¡Menudo fin de curso!

La situación, cuando ya julio va declinando y se acercan las ceremonias -no encuentro otra palabra mejor, lo siento-del fin de este agitado curso político, es más o menos la siguiente: división en el PSOE a cuenta de si debe haber moción de censura contra Rajoy o no; división en el PP acerca de si el presidente debe comparecer y, en caso afirmativo, cuándo y cuánto; división en el resto de las fuerzas parlamentarias acerca de lo que se debe o no hacer para salir de esta pésima coyuntura política; fuego graneado contra esta coyuntura nuestra desde la prensa foránea, incluyendo la 'aliada'. Y, claro, división mediática y judicial casi sin precedentes aquí en casa.

 Todo esto lo provocan, desde luego, muchos factores; sería muy miope pensar que existe solamente una causa para tanto desvarío. Pero hay que reconocer que el hombre que, cuentan las crónicas carcelarias, parece hacer y deshacer desde su celda en Soto del Real, tiene mucho que ver con la aceleración del caos; y hoy, el ciudadano normal y corriente, al que no le llegan las filtraciones desde los juzgados y se mantiene atónito leyendo lo que cada día nos cuenta la prensa, espera a ver cuándo aparece el próximo 'papel de Bárcenas', a quién incrimina y hasta cuándo este goteo de nuevas informaciones va a pesar sobre la verdad judicial...y sobre la realidad.

 Y, a todo esto, Rajoy todavía sigue mudo, con el país entero pendiente de sus futuras palabras. Unos dicen que habrá comparecencia parlamentaria, quizá el último día de julio, otros piensan que, finalmente, no; unos creen que habrá rueda de prensa de final de curso, como siempre, y otros te advierten de que la cosa encuentra resistencias, sobre todo por parte del Gran Silencioso, a quien ya se sabe que los periodistas le gustamos lo justo. Al presidente le silban las balas cada día más cerca: ahora la 'barcenada' le ha dado a su principal asesor, un hombre bastante controvertido por cierto, en el seno del PP. No se entienden sus reticencias a comparecer ya: cuanto más tarde, más material se habrá acumulado en su contra y tendrá que explicar más y más cosas. Y, al final, no lo dude usted, habrá de salir al ruedo, con cada vez menores sectores del respetable dispuestos a aplaudir la faena. 

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