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Debate de investidura en el Parlament

Josep Piqué pide a Montilla que sea bilingüe con naturalidad

viernes 24 de noviembre de 2006, 13:59h
El líder del Partido Popular de Cataluña, Josep Piqué, el bajo, que ora puede estar con el protagonista, ora con el antagonista, tiene fama –merecida- de ser el mejor parlamentario de la pasada legislatura. Es suave y educado en las formas, es brillante y, en especial, su posición política -siempre fuera de la familia feliz de los catalanismos plurales- le permite meter el dedo en la llaga.

De entrada,  hizo, un sincero, pero interesado, recuerdo a la persona de Pasqual Maragall, el presidente saliente, a pesar de las discrepancias políticas que ha tenido y que tiene con él, pero por quien siente “respeto y aprecio personal, reconociendo su singularidad”.

Comenzó su intervención negando la mayor, porque él estaba como la propia cámara, para debatir, un programa y no una forma de ser del candidato, en alusión a la parte final del discurso de investidura de Montilla. Y que esperaba que el candidato dijese cuál iba a ser su forma de gobernar. Piqué, que se definió como de ideología liberal-conservadora, pidió aclaraciones sobre el programa de gobierno. Y fue a temas concretos, empezando por las lenguas del Principado.

Recordando que, en conversaciones un poco largas entre el candidato Montilla y él (catalanoparlante) habían acabado utilizando el castellano, Piqué fue directo al grano: “por tanto le pido valentía, coraje y una cierta heterodoxia”. Y que lo haga con naturalidad. Y, de paso, que le aclare cuál va a ser la política lingüística de su gobierno, por ejemplo, en el capítulo de sanciones a comercios que no rotulen en catalán, ya que, como liberales, defienden que se rotule como le dé la gana al interesado, en catalán, en castellano o en chino. “Por eso –dijo Piqué—le pido, señor Montilla, que sea sensible a la libertad”.

Pidió que identificase las grandes prioridades, que las volviese a reformular. Por ejemplo, en el tema de la inmigración. O en el de la violencia antisistema, incluyendo el tema de los okupas. En el cual se podría dar el caso de que Joan Saura, futuro consejero de Interior, se encontrase con la papeleta de ordenar a la policía autonómica la disolución de una manifestación de okupas, a cuyo frente estuviese Jordi Miralles, diputado y miembro de la coalición ICV-EUiA.

Sobre la cuestión impositiva, con la rebaja del Impuesto de Sucesiones, Donaciones y de Actos Jurídicos Documentados, transferido a la Generalitat, Piqué se permitió ironizar: “sean de izquierdas y nosotros, desde nuestra postura liberal les aplaudiremos”. 

Antes de cerrar su intervención con el anuncio de que el PPdC votaría no a la investidura del candidato, Josep Piqué resumió su intervención crítica con el programa del candidato diciéndole: “usted  es el presidente, el que tiene que tener visión estratégica y ayer, dio la impresión de que nada más llevaba las gafas de ver de cerca”.

En su réplica, José Montilla, recogió el guante óptico y dijo que él llevaba “gafas bifocales, las que permiten ver de cerca y de lejos”. Y el candidato le rebatió con el tema de la lengua. “Con mi mujer hablo castellano –dijo— con mis hijos catalán”. Ambas son las dos lenguas del país. Según el Estatuto, aclaró, todos tienen el derecho de elección de cualquiera de ella, pero, a la vez, el deber del conocimiento pasivo de ambas, porque “son dos lenguas que compartimos –explicó—pero el catalán es la lengua que nos identifica como país, que nos singulariza, pero que está en situación de riesgo”. Y ahí, José Montilla, señala las dificultades que tienen algunos para acceder al uso del catalán, de quienes lo hablan de forma deficiente: “yo mismo soy un ejemplo de ello”.

Y, en cuanto a las cuestiones de planificación económica, a las que Piqué había hecho referencia, Montilla, con cierta ironía, le replicó que “no hablemos de los planes quinquenales, que tanto usted como yo conocemos tan bien”, en alusión al lejano pasado de militancia comunista de interpelante y del interpelado.

Cubierto el expediente, con suavidad, sin crispación, porque la sosería asumida por el propio candidato y el buen talante de Piqué no auguraba otra cosa, se levantó la sesión matinal del debate de investidura.

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