Más memoria histórica

El acuerdo al que han llegado varios partidos políticos para relanzar la tramitación de la conocida como Ley de la Memoria Histórica, quedará como ejemplo de los condicionamientos de un empecinamiento personal del presidente del gobierno que, lejos de allanar el camino hacia la repetición del triunfo electoral en las próximas elecciones generales, parece gustar del riesgo de introducir en su política cuestiones nada pacíficas. Porque, habrá que convenir que, siendo necesaria una condena formal del franquismo y de sus crímenes, no era urgente llevar al debate político unas conductas que una gran mayoría  de la sociedad española –no toda- condena sin paliativos , pero también se resiste a revivir aquellos episodios de asesinatos crueles tantas veces ejecutados sin otra causa que liquidar al enemigo  o simple rival ideológico.

La oleada de crímenes que distinguió la guerra civil española como un paradigma insuperable de las consecuencias terribles a las que puede llegar la confrontación violenta de ideas políticas y religiosas y, a veces, diferencias económicas, tuvo su continuación en los años de la posguerra plenos de revanchismo. El caso es que muchas familias españolas quedamos con heridas profundas que el tiempo, y sobre todo la recuperación de la democracia y las libertades, han cerrado en la mayoría de los casos para siempre. Pero este hecho muy generalizado no debe impedir que se declare por ley la ilegitimidad de aquellos procesos y la arbitrariedad de los tribunales y, menos aún, los asesinatos sin juicio, las sacas de cárceles y los llamados paseos. Es un derecho de las víctimas y de sus familiares que se reconozca explícitamente que quienes” padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura”, como se expresa en el título de la ley, fueron objeto de un trato injusto; y este reconocimiento debe hacerse al margen y por añadidura a las numerosas medidas legales adoptadas desde los primeros pasos de la Transición para compensar de los perjuicios económicos y profesionales. Cuestión distinta es hablar de la oportunidad, como se ha expresado.

Pero, aunque el proyecto se extiende a todos los afectados ”cualquiera que fuera el bando o zona en la que se encontraran quienes la padecieron…”, la derecha nostálgica de la etapa dictatorial y, aprovechando este nicho de feroces opositores al gobierno socialista, el partido popular por boca de sus representantes más cualificados viene aprovechando cada oportunidad para acusar a Rodríguez Zapatero de dividir a España, como acaba de hacerlo en uno más de sus habituales ataques y embustes el ínclito Acebes Y aprovechando la coyuntura o buscándola, se programa la beatificación durante los próximos días de varios centenares de religiosos asesinados en la zona republicana. Es un reconocimiento justo en el plano religioso, pero no deja de semejarse a reavivar otro aspecto de la memoria histórica que también cuenta en dicho ámbito con una colaboración estrecha de la jerarquía eclesiástica con la dictadura. Hay que recordarlo.

Con oportunidad o sin ella, parece que la ley sigue adelante. Tiene respaldo popular según las encuestas y un amplio apoyo parlamentario con la excepción de el partido popular y ERC, por razones o excusas bien distintas. Pero en aras de la justicia y del sosiego general, por favor, pasemos página.