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Previamente Blanco criticó a quienes "quieren sembrar agravios" con las lenguas cooficiales

Zapatero entra en la guerra del manifiesto del castellano: “Que no se apropien de la lengua de todos”

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viernes 04 de julio de 2008, 18:14h
Zapatero ha puesto en marcha la máquina de las maracas triunfales en la apertura del 37 Congreso Federal del PSOE que se celebra este fin de semana en Madrid: ni una sola referencia no ya a la crisis económica, que no existe en el diccionario presidencial, sino ni siquiera a ninguna de las grandes cuestiones que han ensombrecido la gestión socialista en la pasada legislatura, como las fallidas negociaciones con ETA o el órdago de Ibarretxe con su consulta separatista. Pero sí ha lanzado duros ataques a la ‘derecha’ –genérica-, para exigirles finalmente que no se apropien de la lengua como antes de la bandera. Y un mensaje para la Iglesia: ha prometido que va a avanzar en la laicidad del Estado.
Rodríguez Zapatero ha hecho un discurso de apertura del 37 Congreso del PSOE excesivamente triunfalista, con tintes didácticos, con algunas claves para uso interno, buscando el aplauso fácil –sobre todo de las mujeres- y, en realidad, casi vacío de contenidos. Lejos de un atisbo de autocrítica, el mensaje del secretario general socialista ha ido destinado a la “derecha”, tanto política como mediática o eclesiástica. A unos les ha pedido que no se apropien de la lengua como antes se apropiaron de la bandera; a otros les ha anunciado que los principios de la libertad religiosa se van a ver colmados en esta legislatura en la que el Gobierno avanzará con mano firme en la laicidad del Estado.

 “Estos días, con la Eurocopa, la derecha ha descubierto con extrañeza que la bandera es de todos”, dijo Rodríguez Zapatero en su largísimo discurso de 60 minutos. “Deben dejar de usar los símbolos de todos, los sentimientos de todos, como si fueran sólo suyos”, repitió en diversas ocasiones, para finalizar con una ‘recomendación’: “Espero que no hagan con la lengua de todos lo que tanto tiempo han hecho con la bandera de todosy con las lenguas de todos, porque todas las lenguas están en las banderas de todos”.

Un poquito de historia

Puede afirmarse taxativamente que el discurso con el que Zapatero debía rendir cuentas de la gestión de la actual Ejecutiva desde el anterior Congreso –el 36, en julio de 2004- ha sido el más extraño de todas las rendiciones de cuentas que se recuerdan en la reciente historia democrática. Zapatero dedicó casi la mitad de su tiempo –tan largo, que incluso le pusieron la música diez minutos de que acabara pensando que ya había finalizado- a ‘asombrar’ a todos con su conocimiento de la historia del Partido Socialista. Zapatero se remontó a Pablo Iglesias, y al primer Congreso socialista, y al segundo, y a enumerar los 37 habidos hasta ahora -13 hasta la República, 13 en el exilio y 11 en democracia-. Hemos visto a un Zapatero ‘didáctico’ cuyo fin –presumible- era hacer ver a su público que ‘éste’ partido sigue siendo el partido de los socialistas históricos de Pablo Iglesias.

Pero más allá de la reivindicación del nombre –cualidad, en este caso- ‘socialista’, nada ha dicho Zapatero que pueda parecer ni de lejos un rendir cuentas de la actuación pasada –el ‘problema’ de las negociaciones con ETA lo resolvió con un “merecía la pena intentarlo, ya no es posible”-, ni un análisis aunque sea somero de la situación presente y mucho menos del inmediato futuro.

Respecto al pasado, Zapatero sí se extendió, aunque con un imposible tono pedagógico de maestro de escuela, en cómo el Gobierno ha estado “a la altura de los valores y de sus ciudadanos”, construyendo “un país libre y seguro” para sentirnos cómodos “sólo en una política de paz amparada por la legalidad internacional”: estamos en Afganistán, Líbano, en la antigua Yugoslavia, pero “asumiendo riesgos con la comunidad internacional”.

En este campo hizo un paseo triunfal por los nuevos derechos civiles de colectivos como gays y lesbianas: “Cuántos reproches por llamar matrimonio a la unión de personas gays: hicimos bien en resistir a aquellas críticas que nos decían que cediéramos, que cambiáramos el nombre porque con el nombre heríamos la sensibilidad de algunas personas…”, pero no se han plegado al “capricho de una minoría” y “no hemos perdido el futuro”.



Y se extendió aún más en una defensa a su ministra Aído y al Ministerio creado ad hoc, el de Igualdad: “Vamos a llevar adelante todas esas reformas, no nos van a detener”, pese a que “lo que molesta a algunos es la igualdad plena entre hombres y mujeres, que alcancen los mismos niveles de igualdad que los hombres… que no sean dependientes y no estén sometidas a los hombres, eso es lo que les molesta”. Aplausos, claro. 

La economía socializante de Zapatero


La situación económica de España –de la que Zapatero se encuentra incómodo hablando- la resolvió en apenas una parrafada: “No vamos a recortar el gasto social, lo vamos a mantener pese a la situación que tengamos”. Ésa fue toda la referencia a lo que los indicadores económicos señalan ya como una crisis. Sólo tuvo palabras para decir que la derecha siempre ha recortado el gasto social como receta frente a las dificultades: “Yo garantizo que nuestra Seguridad Social está fuerte y sólida y que nuestras pensiones mínimas van a seguir subiendo para el bienestar de nuestros mayores”.

Y frente a las críticas recibidas –as las últimas, el pasado miércoles, en el Pleno del Congreso donde el Partido Socialista se quedó en absoluta soledad parlamentaria-, Zapatero dijo que la derecha no hace análisis económico, sino que “quieren hacer negocio” con las políticas sociales: “Siempre que crece menos la economía hablan de que hay que flexibilizar el mercado de trabajo”.

Precisamente, una de las enmiendas que se discuten para la Ponencia Marco está referida a potenciar la “Responsabilidad Social de las Empresas”; es decir, a fomentar una nueva cultura empresarial que busque la excelencia y base su competitividad en unas relaciones laborales avanzadas, en las que la inserción de la discapacidad, la igualdad de sexos, la estabilidad laboral, la formación profesional continua, la participación en beneficios y capital de los empleados o la conciliación familiar y laboral, entre otras muchas cosas, pueden ser exhibidas como una etiqueta de prestigio social.

En ese sentido iba el discurso de Zapatero en este punto concreto.



Contra la derecha, los fácticos, la Iglesia

En ningún momento de su largo discurso Zapatero llamó por su nombre ni al PP, ni a Rajoy, ni a la curia, ni a los sectores mediáticos contrarios, pero estuvieron plenamente en su discurso. La crítica al PP vino a través, precisamente, de la ‘decencia’ política socialista frente a los que dan giros mortales para quedare siempre en el mismo sitio: “Otros dan giros y dan un salto, pero por muchos saltos que dan siempre están en el mismo sitio”, aunque “algunas veces cambian de nombre”.

Frente a ellos, la ‘solidez’ del proyecto que encarna el propio Zapatero: “Con qué tranquilidad se puede decir: ‘Nosotros somos y hemos sido socialistas, nosotros somos y seremos de izquierdas…’ qué tranquilidad da”.

Y así, frente al PP, que acaba de clausurar su Congreso en Valencia, “este debe ser un Congreso de celebración de nuestra victoria y de alegría por el respaldo de once millones de ciudadanos”. En fin, con una promesa final: “No nos vamos a frenar; vamos a seguir pisando el acelerador del cambio”, incluso permitiéndonos el lujo de seguir incrementando la ayuda al desarrollo, pese a la marcha de la economía.

El final, claro, fue apoteósico, como quería Zapatero: “Entramos fuertes en este Congreso y vamos a salir más fuertes: es la fuerza del cambio… cambiamos las cosas porque nosotros no cambiamos, porque somos leales al socialismo democrático…”. Y el ¿abrazo del oso? a la Ejecutiva saliente: “Han sido fuertes y valientes, han dado la cara, y entre todos, como la ha dado José Blanco, ese magnífico secretario de Organización”. Pero lo más sorprendente fueron sus últimas palabras: "A trabajar, y también conviene que consumáis".

Lea más sobre la cita socialista en 'La otra cara del 37º Congreso del PSOE'
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