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¿Afganistán? Y ¿a quién le interesa Afganistán?

martes 18 de agosto de 2009, 22:40h
A nosotros sí nos interesa lo que ocurra en Afganistán, más que el famoseo en Palma o en Marbella

Es indudable: estamos ante una nueva era de la comunicación. Los avances tecnológicos y la crisis de la publicidad imponen nuevas fórmulas de hacer periodismo. Pero también asistimos a un cambio de gustos y de exigencias por parte de los receptores de las noticias, que ahora ven que pueden elegir las informaciones que más les interesan, comentarlas y criticarlas. Y, así, se está dando un creciente divorcio entre lo que los lectores de los periódicos en Internet seleccionan como noticias más leídas y los titulares que decidimos los periodistas como apertura de estos diarios. ¿Elecciones en Afganistán? Eso es algo que, obviamente, interesa mucho menos a los consumidores de la información ‘on line’ que otras cuestiones mucho más refrescantes y ‘veraniegas’. La política, definitivamente, no apasiona –y no pocas veces, ay, se comprende--, mientras las ‘informaciones’ del corazón, el chisme puro y duro o las imágenes de Naomí Campbell en bikini levantan pasiones  --lo cual también, ay, se comprende--.

Así, algunos medios en Internet, forzados por la necesidad de recaudar adeptos, tienen que frivolizar sus contenidos y ‘destapar’ sus imágenes, al tiempo que fuerzan sus titulares: todo con tal de captar el interés de sus lectores, que es tanto como captar el interés de los esquivos anunciantes.

Así, son con creciente frecuencia los blogueros o los comunicantes anónimos quienes suministran ‘su’ información, a través de comentarios en foros, redes sociales o aparcamientos de vídeos. Y es precisamente esta información, quizá no contrastada ni del todo desinteresada, la que aporta, pese a todo, algo de novedad y aire fresco a un periodismo profesional rutinario, perezoso y cada vez menos interesado en jugarse el tipo y en hacer buena la máxima aquella de que “noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique”.

Publicidad sin control

Las nuevas tecnologías, por otra parte, facilitan una publicidad invasiva que el medio ya no controla, de forma que en tantas ocasiones los responsables de los periódicos digitales ya no saben ni quién se anuncia en ellos, ni dónde va a insertarse la publicidad, lo que puede hacer que cunda la sensación de que determinados artículos están ‘al servicio’ del anunciante.

¿Estamos ante la muerte del periodismo tal y como se concebía hace una década? Probablemente. Y no decimos que ello sea malo por principio. Decimos solamente que se hace urgente una reflexión de hacia dónde vamos y de cuáles son las prioridades de quienes hemos elegido dedicarnos por entero a la comunicación. Que ha sido, es y debe seguir siendo ante todo un servicio a la sociedad, dado que la información, tras la vida y la integridad física, es probablemente el bien más apetecible para el ser humano.

En este periódico –perdón por la autocita, que nada tiene, sin embargo, de autosatisfecha-- hemos decidido hace tiempo renunciar a las grandes masas de lectores si ello significa tener que rebajar algunos planteamientos. No somos tan arrogantes como para predicar que no haya que hacer algunas concesiones a los nuevos modos de entender la información por parte de la opinión pública, pero ninguna que violente nuestros postulados éticos o estéticos.  

Fallos técnicos

Nos hemos manifestado –y así está en nuestra mancheta—críticos. Con cuanto nos parezca razonablemente criticable. También queremos extender la crítica a nosotros mismos, ser autocríticos. Puede que alguna vez nos equivoquemos, pero confiamos en que ningún lector pueda jamás demostrar que mentimos. Quizá no todos aprecien nuestro esfuerzo por la independencia –y agradecemos las críticas, aunque no siempre nos parezcan justas, de nuestros lectores-- , pero nos mostramos orgullosos de ella. Haremos el periodismo de calidad que podamos con nuestros humildes medios: obviamente, no podemos tener un enviado especial en Afganistán –bien nos gustaría--, pero a nosotros sí nos interesa lo que allí ocurra más que el discurrir del famoseo en Marbella o Palma de Mallorca, porque creemos que allí se juega buena parte del futuro de la civilización occidental, tal y como ahora la concebimos, para bien y/o para mal.

Si estos son también sus planteamientos, síganos. Puede que algunos días le defraudemos, pero será, y para ello trabajamos, pocas veces. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para pedir a todos disculpas por algunas anomalías técnicas que se vienen registrando en nuestro periódico estos días: estamos realizando algunos cambios para mejorar y, en estos momentos, se realizan algunas pruebas que pueden eventualmente  repercutir en la ocasional caída de nuestros servidores durante algunos minutos. Gracias por su comprensión y por su compañía en este verano informativamente tan intenso. Y siempre.
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