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¿Ennncannnna?, tengo un problema para usted...

¿Ennncannnna?, tengo un problema para usted...

lunes 26 de enero de 2009, 23:59h

No resultó creíble Zapatero en “Tengo una pregunta para usted”, de Televisión Española. Sin duda, el presidente está perdiendo cualidades: sus palabras sonaron en ocasiones a tomadura de pelo; ya no es el especialista en marketing, en venta de frigoríficos en el Polo Norte que alguien dice que alguna vez fue. Visto el resultado del debate, razones suficientes tenían en su Gabinete para desaconsejarle que se sometiera a las preguntas reales de los españoles. Zapatero no ha superado la prueba.

Incluso, cuando entonó en una ocasión el suya culpa, lo hizo insistiendo en su inocencia: “Pude equivocarme, pero nunca engañé a nadie”, respondió cuando Javier Elvira, un electricista navarro, le echó en cara que antes de las pasadas elecciones generales pintara un panorama tan excelente, negara la crisis con tanta vehemencia que él mismo le llegara a creer, montara una empresa con un amigo y ahora estén ambos en la quiebra.

La respuesta de Zapatero no fue lo más ágil que cabría esperar: “Usted es un emprendedor”, le dijo, y “eso es encomiable” -¿encima, tomadura de pelo?-. Incluso se atrevió a darle un consejo al penitente: “No se debe entender [el fiasco económico de Javier] como un fracaso económico”... porque... la culpa es de Estados Unidos con su crisis del sistema financiero internacional y su impacto brutal en la economía mundial. “Yo no engañé, en aquel momento la previsión era desaceleración. Yo puedo equivocarme, pero no engañar”.

Cierto que es raro escuchar a Zapatero que él haya cometido algún error, pero en esta ocasión debía dar una muestra de humanidad_racional: “El error más grave [que he tenido] es cuando el día anterior de la T-4 dije a todos los españoles que al año siguiente estaríamos mejor en la lucha contra el terrorismo”. ¿El más grave? ¿Y el único también? No hubo otro reconocimiento.

Zapatero ha perdido cualidades. Alterado en ocasiones, aunque modosito en las formas; serio en otras, sobre todo cuando hablaba de lo mucho que le ‘dolía’ el paro, el presidente demostró, no obstante, valentía por haber acudido a ese programa, pero se perdió en lugares comunes y con un escasísimo poder de convencimiento. Perdió su ocasión. Las ‘chuletas’ que sus asesores le habían preparado sobre economía y otras materias –es de suponer que ya sabe cuánto cuesta un café en un bar- no contenían las respuestas que necesitaban, por ejemplo, Rafael Campos, pequeño empresario de la construcción en Sóller, Baleares, ni María José García, una madrileña en paro.

El primero le dijo que el presidente habla muy bien, pero que si él se queda sin trabajo no va a poder alimentar a su familia y mucho menos pagar la hipoteca. Zapatero no tuvo respuesta, no venía en las ‘fichas’: “Lo entiendo, porque para mí es todos los días una gran preocupación... la responsabilidad de cada puesto de trabajo la siento como mía”.

La segunda, María José, sólo tenía una pregunta breve, concisa, pero terrible y que se plantean hoy en día más de tres millones de españoles: “¿Tiene un puesto de trabajo, por caridad?”. No, el presidente no lo tenía, pero le ofreció consuelo espiritual: “Siento angustia por la destrucción de empleo”. Estoicismo, dirán unos; resignación cristiana, responderán otros.

A partir de ahí, Zapatero volvió a recular sobre sí mismo, a desmentir sus propias previsiones económicas: si en octubre pasado dijo que en la primavera se crearía empleo; si luego en diciembre sostuvo que no sería hasta el verano, ahora ya es más ‘realista’: “Este va a ser un año difícil para todos” y no se empezará a remontar la economía hasta finales de año: “Al final de 2009 podemos empezar a ver señales de recuperación”.

La adrenalina subía por momentos: al presidente se le quedaba la boca seca. Se notaba porque paseaba su lengua demasiadas veces sobre los labios: estaban pajizos, como cuando se resecan por el nerviosismo y hasta la lengua se queda pegada en el paladar, como el papel secante. No ayudaba esa imagen a ganar credibilidad, y, así, parece que pocos le creyeron cuando tuvo que repetir por enésima vez que “no hemos dado un euro a la banca”, sino que el Gobierno lo único que ha hecho ha sido respaldar financieramente a los bancos comprando activos... y hasta cobrando un interés. “No se va a perder” el dinero del Estado, el de todos, dijo, dice, Zapatero.

¿Pero cuándo saldrá el dinero de todos de la banca y llegará en forma de línea de créditos a las pymes y a la familia? Ah, como diría el Hermano Lobo, “el año que viene, si Dios quiere”. Zapatero no tiene respuestas, pero dice, dijo, que está presionando a los banqueros, los cuales, pobrecitos, “también arriesgan”.

Rafael Lafuente, un traductor en Granada, fue como un torpedo en la línea presidencial: le vino a decir que “es muy hipócrita un Gobierno que habla de Alianza de Civilizaciones y se dedica a vender muerte”, porque su Gobierno ha multiplicado por dos la venta de armas al tercer mundo, pero sobre todo a Israel. La respuesta tampoco venía en la ‘chuleta’. Según ZP, “la exportación de armas a Israel no pasa del millón de euros”, aunque sin demasiado convencimiento. Y como el traductor insistiera que a cuántos palestinos de Gaza han matado esas armas españolas, Zapatero sólo pudo susurrar: “El armamento que hemos vendido a Israel no se ha utilizado para eso [matar palestinos]”. ¿Cómo lo sabe?

Pocos anuncios –ninguno, en realidad- hizo el presidente en su intervención de dos horas. Reconoció el fracaso de su ley integral contra la violencia de género e insistió en que habrá nueva ley del aborto –la ley de plazos-, pero negó que esté pensando en una ley de eutanasia.

La nota anecdótica la puso Javier, un sacerdote que oficia en Alcázar de San Juan, Ciudad Real –“esto se anima”, dijo Zapatero cuando escuchó la ‘profesión’ de Javier- que le disparó a bocajarro: “¿Usted cree que el embrión, el feto, es un ser humano, es un ser vivo”. Así habló Zapatero: “Lo que ha dicho el Constitucional... la ley del aborto es constitucional”.

En resumen, que con “Ennncannnna” nos reíamos mejor.

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