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Aguilar, con toda la ‘Oreja’ detrás

Aguilar, con toda la ‘Oreja’ detrás

lunes 01 de junio de 2009, 23:19h

Más claro que una semana atrás en Televisión Española: en el debate más decisivo para las elecciones europeas del 7 de junio las mayores tablas de Mayor Oreja se hicieron valer sobre un López Aguilar pillado in fraganti en ‘irregularidades dialécticas’, por decirlo de una manera suave. En Antena 3, el candidato popular ha desarmado a su oponente socialista, dejándole en evidencia ante los desaciertos en citas, adagios y afirmaciones que Oreja, bien aleccionado, desmintió contundentemente: “¿Mantiene que el PP quiere implantar la jornada de 65 horas? Si es mentira, nosotros votamos en contra en el Parlamento Europeo”. La primera en la frente, y, dado, que viene de un democristiano, la segunda en el pecho: Oreja ‘informó’ a Aguilar que quien primero empezó a hablar de la jornada de 65 horas semanales en Europa fue el laborista Brown, no un representante de un gobierno conservador.

Cuando se realiza un debate tan decisivo como lo era éste en la recta final de una campaña electoral, o se han hecho bien los ‘deberes’ o mejor se dedica uno a ‘mitinear’. Es más rentable. Pero López Aguilar no hizo en la noche de este lunes ni una cosa ni la otra, y fue pillado en varias ocasiones por un Oreja que le puso en evidencia en sus principales formulaciones: la aludida jornada de 65 horas, la afirmación del socialista de que el PP había votado en contra de los permisos de paternidad y maternidad en el Parlamento Europeo –el tema ni siquiera fue elevado al Pleno-, en las cifras y años de negociación de los fondos de cohesión europeos, en que el PP no quiere actuar con el Gobierno para sacarnos de la crisis –Oreja le recordó el ‘cordón sanitario’ contra el PP con el ‘Pacto del Tinell’-... Y Aguilar cayó en el recurso fácil del de las descalificación y del insulto: doble moral, doble rasero, hipocresía, ley del embudo, el PP introduce en la campaña “falta de dignidad y de nobleza”...

Al analizar este debate, uno sale con la sensación de que, más allá de la posición ideológica con la que se pueda coincidir o no, a López Aguilar le faltan unos cuantos hervores. Ha actuado igual de metralleta dialéctica que en el debate anterior, atropellándose y pasándose de los tiempos marcados para cada intervención –a Oreja le sobró tiempo, lo llevaba cronometrado, aprendida la lección al estilo Soraya Sáenz de Santamaría- Es cierto, sin embargo, que Aguilar estuvo más tranquilo en sus expresiones corporales, incluso en el tono de la voz, pero le sigue pasando factura esa media sonrisa de medio lado al medio lado del otro lado, esa sonrisa torcida y perdida en el horizonte de su cara que expresa cinismo y pérdida, por tanto, de credibilidad. Algo que sus asesores telegénicos han pasado por alto.

Dialécticamente hablando, López Aguilar denotó dos cosas: o que no se aprendió la lección o que tiene que cambiar de asesores. A otro candidato no le hubiera pillado in fraganti Mayor Oreja en las tres o cuatro ocasiones álgidas en las que le pilló. Pero, además, no fue lo ágil que se hubiera requerido para replicar al popular con contundencia en temas tan espinosos y complicados como, por ejemplo, el aborto, o la educación, o la píldora del día después, temas sensibles en la sociedad española que el socialista debía saber que el popular le iba a arrojar con cara de curata santón, como así lo hizo el popular.

Mayor Oreja, por el contrario, estuvo tranquilo, afianzado: a López Aguilar le habían dicho lo que fue el Europarlamento que ya se disolvió, pero Oreja había vivido ese Europarlamento. He ahí la diferencia, porque Oreja tenía la seguridad propia del que ha vivido las acciones y sabe de lo que habla. En ese sentido, el pepero tenía ventaja.

Oreja supo responder bien a la acusación de que los populares no ‘arriman el hombro', que se dedican sólo a poner palos en las ruedas del Gobierno –le recordó a López Aguilar que los del ‘Pacto del Tinell’ fueron ellos, los socialistas, y los independentistas catalanes-, pero le sobró la alusión a los “crímenes de Estado” del GAL y a “robar en Interior” en referencia a los fondos reservados de la etapa de Felipe González. Por ganar no se sabe bien qué, Oreja perdió caballerosidad y puntos en el debate.

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