Algunas cosas que dan miedo...

Objetivo mínimo cumplido. Cuando empezó la andadura mundialista pedí a La Roja que al menos llegáramos a semifinales. Por supuesto que nos parecerá poco y nos inundará la tristeza si caemos con Alemania, pero era un techo que había que derribar, el de cuartos, y lo hemos conseguido.

España, acusada de ser siempre un querer y no poder una selección de buen fútbol pero que nunca daba la talla en las grandes citas, ha ganado en dos años una Eurocopa y se ha plantado entre los cuatro últimos supervivientes de este Mundial tan diferente al resto. Se hará raro no ver en esta ronda ni a Brasil, ni a Argentina, ni a Italia... pero están los que mejor han jugado.

De La Roja que ganó tan apuradamente a Paraguay se podrían decir varias cosas. Lo más importante, es que seguimos con seguridad. Da la sensación siempre de ser un equipo que no pasa excesivos problemas, bien plantada, segura de sí misma y confiada en que cualquier momento un Villa o el compañero que sea puede sentenciar.

Quizás habría que reflexionar sobre los resultados y la ausencia del brillo que acompañaba a nuestro juego. Hemos ganado todos los partidos por la mínima, incluyo aquí el 2-0 a Honduras que tanto costó. Pero lo peor, más que el marcador, insisto, es que aunque somos un elefante en el sentido de nuestro carácter demoledor y grande que el rival ve sobre el césped, ese elefante camina algo torpe, a veces cansino. Nos empeñamos en repetir siempre la misma jugada, y abusamos demasiado de la confianza en que un Xavi, un Iniesta o un Cèsc van a hacer el gran regate o la gran jugada individual que dejará a Torres o Villa solos frente al portero. Ayer se pudo ver otra vez, porque Iniesta fue clave para el triunfo.

Ahora bien, sin comentarios sobre el pésimo arbitraje: sí hubo invasión de área en el penalti lanzado por Paraguay y que paró Iker. Algo tan habitual que no debería escandalizarnos. Pero si lo hubo en el lanzado por Xabi Alonso al minuto siguiente, el cual tuvo que repetir y falló, fue demasiado por los pelos. No me gustó ese detalle. ¿Nos querrán mal los árbitros? Porque en el rechace hubo un clamoroso penalti sobre Cèsc, que hubiera sido además roja para el portero. En fin, pensemos ya en Alemania. Que ni mucho menos es el dulce que nos merendamos en la Eurocopa. ¡Cuidado!