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Desde el gallo de La Almudena: De Óscar/Pepiño a la resignación de nuestra buena gente

Desde el gallo de La Almudena: De Óscar/Pepiño a la resignación de nuestra buena gente

domingo 17 de octubre de 2010, 21:41h
No hay salud sin alternativa. No hay democracia sin posibilidad de cambio. No hay limpieza ni transparencia sin ventanales que permitan que el aire fresco de la renovación y el cambio penetre. La historia lo viene demostrando una y otra vez.

Conocí una noche televisiva a Óscar López, el muchacho que José Blanco mandó a Castilla y León a que probara suerte a ver si por una vez en muchos lustros podía sacudir el polvo en la anquilosada derecha castellanoleonesa.

Me pareció un joven político lleno de ilusión y de optimismo, más de andar por Madrid que por los resecos prados de la Meseta. Porque desde que Aznar ganara por 1.800 votos a Juan José Laborda en 1987, la izquierda no se ha comido un colín por estos pagos.

De ahí que en el cuartel general de la derecha en Madrid ni siquiera se paren a pensar un minuto en Castilla y León. Es territorio deglutido. Lo mismo dá que siga Juan Vicente Herrera o pongas al Abad de Silos. Es lo que creen, oiga. Que yo no lo sé.

Esto lejos de ser un colgajo sobre lo que presumir dice muy poco del sentido crítico, tan necesario para que una sociedad avance y se autorespete, de nuestra gente. Y es terreno abonado para abusos y prepotencias.

López lo tiene difícil. Porque además de las adversidades propias de jugar en territorio comanche tendrá que soportar sobre su enorme esqueleto el desplome del presidente Rodríguez Zapatero. ¡Jamás había visto un desplome tan formidable en un primer ministro! Y que conste que he conocido ya a cinco en Moncloa. Ni siquiera en los peores tiempos de Adolfo Suárez o en el final del felipismo al que Aznar sólo pudo vencer por 256.000 votos en 1996 con toda las baterías apuntando en su contra.

Óscar López y su guardia deben saberlo. Máxime en una tierra donde lo “nacional” sigue contando. Porque si ocurre lo que parece ocurrirá, ¿la derrota será de López o de Zapatero?

Tengo para mí que, aunque la izquierda existe, no hay margen para la sorpresa. Es donde el PP de Castilla y León debería demostrar que está en el poder para algo más que para repartir coches oficiales, prebendas o sinecuras.

Por lo menos que pongan en cuestión el viejo axioma de Lampedusa, cambiar algo para que nada cambie. Y que acepten sus dirigentes una brizna siquiera de crítica que es muy sana. Que no disparen sobre el pianista y que los concursos, coño, sean limpios y no tengan siempre en la referencia a dos empresarios a los que se les teme más que se les quiere.

El viernes pasado estuve en la planta séptima de Génova 13 que como saben los lectores es donde tiene el presidente nacional del PP su despacho, y están ubicados los edecanes principales que asisten al que dicen será el próximo primer minsitro.

Casi siempre que tengo oportunidad suele sacar a colación, tampoco necesito muchas perchas, el tema de Castilla y León. Créanme si les digo que raramente obtengo nada magro que llevarme a la boca. Sólo digo eso.
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