¿Conocen ya la sanción al estadio del Sevilla por el
lanzamiento de dos botellas al portero del Real Madrid y de la Selección española
Iker Casillas, cuando ambas alcanzaron su objetivo la pasada semana? La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) simplemente ha apercibido al club andaluz con el cierre del estadio si hay reincidencia y una sanción de 6.000 euros.
Son al menos más euros que lo que le ha costado al Osasuna su lanzamiento de mecheros y otros muchos objetos que, al menos, no alcanzaron a ningún jugador del Madrid, pero en la multa de 600 euros incluye también el lamentable incidente del lanzamiento de balones desde la grada para obligar al árbitro a parar cada jugada de ataque del Madrid. Muy triste. Lo peor de todo es que algunos pensarán que se trata de una llorera del club blanco. No: aquí perdemos todos. El fútbol debe ser, como todos los deportes, una práctica de guante blanco, y no un juego para que los violentos e indeseables se hagan con el poder. Sin embargo, Competición sí quería sancionar a
Leo Messi por felicitar a su madre durante la celebración de un gol con un texto en su camiseta. Todo está demasiado descompensado... ¿Imaginan la sanción si el botellazo hubiera alcanzado en el Bernabéu a un jugador de un club de primer nivel?
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