www.diariocritico.com
Las víctimas silenciosas de los accidentes de tráfico

Las víctimas silenciosas de los accidentes de tráfico

martes 24 de mayo de 2016, 12:26h

Las principales causas de muerte siempre se han relacionado con las famosas tres “c” Cáncer, Corazón y Carretera. En relación con este último, cuando hablamos de accidente de tráfico, inconscientemente hacemos una asociación con el término “secuela física”, quedando en un segundo plano la aparición del trastorno de estrés postraumático, algo tan importante intrínsecamente como los daños físicos y sus consecuencias.

La aparición del trastorno de estrés postraumático (TEPT), depende de diversos factores entre los que se encuentran: la vulnerabilidad personal, los acontecimientos previos y la percepción del hecho traumático en sí. El TEPT, tiende a ser un trastorno que ocasiona un malestar significativo en las personas que lo sufren, provocando alteraciones en sus diferentes ámbitos, social, personal y emocional como veremos a continuación.

Pero el mencionado TEPT afecta psicológicamente mucho mas allá del simple impacto emocional y aquella persona que lo sufra será diagnosticada como tal en el caso de haber experimentado, presenciado e incluso habiendo sido informado por terceras personas, sobre situaciones o acontecimientos cruentos, acompañados por muertes o amenazas para su integridad física o la de otros como en los casos de guerras, atentados o catástrofes que nos impactan de manera notable. Casos como la guerra de Siria, los naufragios con víctimas infantiles, los atentados de París o Bruselas o el triste caso del piloto suicida de German Wings, pueden afectarnos sobremanera.

También incluiremos en el grupo de afectados por TEPT, aquellos que han respondido con temor, desesperanza u horror intenso, cuando han reexperimentado recuerdos del acontecimiento de forma recurrente, que inevitablemente provocan malestar emocional, tales como imágenes impactantes que pueden hacernos sentir como sujetos activos del accidente y que de manera inconsciente, forman parte de nuestros pensamientos o percepciones de la realidad aun cuando no hayamos sido testigos directos, o ni tan siquiera sujetos pasivos.

Este trastorno se manifiesta en sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento vivido, que producen malestar y llevan al individuo a actuar o tener la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo nuevamente, creándole la sensación de estar reviviendo la experiencia, padeciendo ilusiones, alucinaciones y flashbacks sobre lo ocurrido.

Igualmente, se padece un malestar psíquico intenso, manifestándose en forma de pensamientosnegativos y catastróficos, al exponerse a estímulos similares que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático vivido. Dichas sensaciones pueden venir acompañadas de respuestas fisiológicas tales como sudoración, palpitaciones, temblores, bloqueo corporal, etc.

Exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático vivido, deben ser combatidos evitando pensamientos, sentimientos o conversaciones que giren entorno al suceso traumático. También es conveniente evitar lugares o personas que nos traigan recuerdos de aquel episodio originario del trauma.

Otros factores directamente relacionados son la incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma, la reducción importante del interés o de la participación en actividades sociales o laborales, la sensación de desapego o enajenación frente a los demás , así como graves restricciones sobre la vida afectiva, pudiendo derivar incluso en la incapacidad para manifestar sentimientos amorosos.

Las secuelas y la aparición del TEPT, pueden tener consecuencias tan graves como la creencia de que solo nos espera un futuro desolador llegando a no tener esperanzas respecto a encontrar una pareja, formar una familia o hallar un empleo. En definitiva, a ser incapaces de llevar una vida normal.

Si bien todo lo descrito anteriormente conlleva una enorme gravedad, pueden incorporarse otros síntomas adicionales que podíamos describir como representativos del aumento del estado de alerta, algo por otra parte inexistente con anterioridad al hecho traumático, como puede ser la dificultad para conciliar o mantener el sueño, la irritabilidad o ataques de ira, la dificultad para concentrarse en una tarea que requiera una máxima atención e incluso reacciones o respuestas exageradas que nos lleven a un sobresalto injustificado.

En definitiva, este trastorno, ocasiona un menoscabo grave para la salud mental del individuo, aumentando su sensación de frustración por no poder controlar toda esa serie de síntomas negativos que le alteran sobremanera y que con anterioridad no había padecido. Por este motivo, consideramos que la terapia psicológica es fundamental para la correcta evolución y readaptación a su rutina. No obstante, en casos en los que la persona afectada o víctima del propio accidente, está inmersa en un proceso judicial por dicho motivo, sería recomendable una evaluación de sintomatología y secuelas, así como la realización de un informe pericial llevado a cabo por un equipo de psicólogos forenses profesionales.

Las víctimas no solo son aquellas que figuran en las estadísticas como fallecidas o heridas. Hay otras víctimas silenciosas a las que no conviene olvidar.


Análisis elaborado por Paloma López & Rocío Gavilán, del gabinete 'Psicología Velázquez'
Calle Velázquez 53, Madrid - 650541532
www.psicologiavelazquez.com


¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios