El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha trasladado de puesto a Mike Waltz, hasta ahora asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, como embajador de EEUU en la ONU.
Se trata de un cambio para evitar la imagen de un cese, después del estallido del caso de seguridad llamado 'caso Signal' o 'Signalgate', en inglés.
Waltz forma parte del círculo más cercano de la Administración Trump pero el presidente no tuvo otra salida tras el escándalo ocurrido semanas antes.
El asesor se vio envuelto en una polémica por la filtración de información clasificada relacionada con planes bélicos contra los hutíes en Yemen.
El 'Signalgate'
Waltz fue señalado como el responsable de incluir por error al editor de la publicación periodística 'The Atlantic', Jeffrey Goldberg, en un chat de Signal utilizado por altos cargos del gobierno, incluidos el jefe del Pentágono y el secretario de Defensa.
En este grupo, Pete Hegseth, secretario de Defensa, compartió detalles sensibles sobre los horarios de los lanzamientos militares, lo que podría haber puesto en peligro a las tropas estadounidenses involucradas en la operación.
No es un despido...
Días después del escándalo, conocido como "Signalgate", Waltz asumió la responsabilidad del incidente, aunque aseguró desconocer cómo se había añadido a Goldberg al grupo. "Yo creé el grupo. Es vergonzoso. Vamos a llegar al fondo del asunto", declaró durante una entrevista en la cadena 'Fox News'.
Por su parte, el vicepresidente, JD Vance, negó que esta reubicación laboral sea un despido o esté relacionada con el controvertido episodio. "Los medios quieren presentar esto como un despido, pero Trump ha despedido a mucha gente y no les da nombramientos confirmados por el Senado", afirmó.
Diferencias internas en el equipo de Trump
Según el prestigioso diario 'Wall Street Journal', el malestar hacia Waltz dentro del Ejecutivo existía incluso antes del escándalo de Signal. Al parecer, algunos de sus colaboradores no lograron conectar adecuadamente con la base más radical del partido republicano, conocida como MAGA ('Make America Great Again').
Entre ellos destacaba Laura Loomer, una activista pro-Trump que, en una reunión en el Despacho Oval, sugirió al presidente "purgar" a asistentes que no fueran lo suficientemente leales a su visión política.
Además, ciertas posturas adoptadas por Waltz sobre temas como Ucrania o Irán entraron en conflicto con las de otros funcionarios clave del gobierno. Sus posiciones más duras en política exterior generaron fricciones internas que, según fuentes citadas por el WSJ, ya habían erosionado parte de la confianza que Trump tenía en él.
A pesar de estos problemas, Trump respaldó públicamente a Waltz tras el escándalo de Signal, aunque según la cadena 'CNN', "nunca se recuperó realmente". Finalmente, el presidente optó por asignarle un nuevo rol diplomático, evitando el despido como tal.
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