Hasta ahora, el crecimiento exponencial de los cultivos de coca en los Yungas de La Paz, fomentado por el actual Gobierno, impulsa un sistema de monoproducción extensiva no amigable con el medio ambiente y no sostenible, a través del uso depredador de la tierra, la tala de laderas de montaña, el tumbado de huertos sostenibles, la no asociación de otros cultivos con la coca, el uso generalizado de agroquímicos tóxicos y la pérdida de conocimiento tradicional en agricultura. La rentabilidad capitalista del comercio internacional de coca y cocaína guía ese sistema monoproductor.
Hay urgencia en perfilar una nueva visión sobre la coca, que debe tener cuando menos cuatro pies: a) la producción de coca ecológica como parte de un sistema de producción orgánico, b) la producción diversificada de otros cultivos anuales y multianuales orgánicos junto con la coca, c) el control social que apoye al Estado a evitar cultivos excedentarios de coca, d) la reforma de la Ley 1008 y su cumplimiento estricto por el Estado y los productores. Se requiere de un plan de producción diversificado, ecológico, sostenible, de alto valor agregado, territorializado en el municipio o en la región descentralizada, que permita ampliar los ingresos económicos de las familias campesinas.
La consigna de coca ecológica, en las actuales condiciones, es una propuesta falsa. Sólo podrá haber producción ecológica de la coca cuando el cocal sea una parte —más pequeña o más grande— de un sistema de producción familiar o comunal diversificado, cuando sea parte de un huerto o bosque ecológico, cuando comparta con cultivos que sean amigables con la naturaleza. Sólo entonces la coca deforestaría parcialmente y de un modo controlado las laderas de montaña, se asociaría con cultivos anuales para la seguridad alimentaria (plátano, maíz, etc.) y con cultivos multianuales y forestales competitivos para contar con ingresos monetarios permanentes (café, estevia, cardamomo, frutales, árboles forestales, etc.). Tendrían que utilizarse sólo controles biológicos o plaguicidas biodegradables, contribuyendo a la calidad del producto y la conservación del suelo.
Por otro lado, el llamado control social sobre la coca debe ser clarificado en su concepto y en sus posibilidades prácticas de aplicación. ¿Es realista esperar que los sindicatos agrarios controlen un máximo de cultivos de coca sin un plan de producción diversificado? Con el estímulo al cultivo monoproductor, el control social únicamente creará conflictos en las comunidades, pues los productores dirán que necesitan los ingresos de la coca para mantener a sus familias y seguirán convirtiendo toda su parcela en cocal, para luego migrar a) cuando el precio de la coca sea muy bajo o su tierra esté cansada, no tendrá cultivos alternativos que le sustenten, y b) no puede esperar un año y mucho menos cinco años, entretanto se establece un huerto anual-multianual sostenible para percibir ingresos nuevos.
Se debe exigir no solamente financiamientos puntuales, sino un nuevo, responsable, concertado y creativo Plan de Desarrollo Agropecuario Regional para los Yungas, donde los proyectos sean sólo una parte del fortalecimiento de la base productiva, la transformación y la comercialización (en Bolivia y en el mercado exterior) de la producción diversificada, ecológica y sostenible que permita vivir dignamente al campesino, en la cual también esté la coca, pero no sólo ella.
* Sociólogo y catedrático
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