Nuestros hijos de puta

La frase, referida a Anastasio Somoza se le atribuye al ex Secretario de Estado Henry Kissinger: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.

Kissinger, cuya calidad de voz e inteligencia, si se pudiesen subastar alcanzarían cantidades escandalosamente escandalosas, fue un marxista sin saberlo, porque en su extensa carrera al servicio de varias Administraciones de los Estados Unidos de América, siempre aplicó el principio de que “el fin justifica los medios”.

Aun hoy sigue dando conferencias por el mundo como si su palabra de voz grave y atractiva tuviese algo de verdad cuando la pronuncia, pero nunca pidió perdón por su responsabilidad en el apoyo a los cambios de gobiernos en Latino América, donde los Videla, los Pinochet o los Noriega fueron sus hijos de puta más consentidos.

Hoy en día, pongamos que hablo de Madrid (España), en nuestro país los partidos políticos ya no discuten si las cosas están bien o mal hechas sino quién las ha hecho.

Hoy en día, pongamos que hablo de corrupción, en nuestro país los partidos políticos ya no discuten qué hay que hacer con los corruptos, sino que su empeño es comparar el nivel de corrupción del contrario para justificar el propio.

Hoy en día, pongamos que hablo del PSOE y del PP, en nuestro país los partidos políticos no discuten cómo acabar con la mierda de la corrupción que nos ahoga, sino que sacan varas de medir para poder decir: y tú más.

Hoy en día, pongamos que hablo de los españoles que están jodidos y sin demasiadas razones para  tener esperanza de futuro a causa de la crisis económica, los partidos políticos  predican la presunción de inocencia de quienes se han enriquecido dentro de sus filas, o justifican a sus compañeros/as que cobran tres sueldos del Estado, pero no se ponen de acuerdo para dar motivos para una ilusión razonable a quienes no cobran ni uno.

Hoy en día, como diría Henry Kissinger, lo importante no es saber quien es el hijo de puta o el corrupto y sancionarlo. Lo importante es proteger a nuestro hijo de puta, a nuestro corrupto.