Memoria selectiva

Lejos le parecen ya a Correa aquellos días en que, aprobada la Constitución, se deshacían en elogios a la Asamblea por su rápida y eficaz labor. También parece remota su defensa cerrada al Congresillo. Ahora, como con la propaganda oficial en la que el pasado carga con todas las culpas de la ineptitud de quienes manejan nuestro presente, ha llegado el momento de convertirlos en  chivos expiatorios.

El Presidente en su nueva gira europea culpó a la Asamblea de las protestas sociales que se producen en el país, porque no dio paso a  las leyes de Aguas, Educación Superior y Comunicación. Si lo hubieran hecho, tal vez nadie se hubiera enterado de la inconformidad con los proyectos que las contienen de los sectores indígenas, de los maestros, universitarios y medios de comunicación.

Para Correa las manifestaciones y la tensión que se vive en el país nacen de la resistencia de algunos sectores de izquierda a la transformación, que él y su círculo cercano han ideado.
 
Ecuatorianos residentes en Londres le sirvieron de espectadores al mandatario, como cada sábado lo hacen las personas seleccionadas de antemano para participar, con entusiasmo y aplausos incesantes, de monólogos.

No sabemos si el líder de la revolución ciudadana alcanzó a recordar a nuestros compatriotas que tanto la Asamblea como el Congresillo fueron dominados absolutamente por su partido político, y que obedecían sin chistar sus órdenes. Curiosa memoria selectiva la de Correa, pero según sus reclamos, también nosotros tenemos prohibido olvidar.