Potencial gasífero boliviano
miércoles 08 de septiembre de 2010, 06:29h
Bolivia continuará con su título de “potencial en proyectos energéticos” en tanto no se ejecuten planes de escala en plantas de procesamiento de gas en valor agregado. Obviamente, seremos un centro de distribución de energía muy importante para el Cono Sur. Esos hechos son harto conocidos por la opinión pública. Llegó el momento, sin embargo, de la ejecución. El propio Jefe de Estado volvió a remarcar que Bolivia está rumbo a la industrialización de gas en valor agregado.
En ese orden, siempre hemos insistido -desde esta trinchera democrática que son las columnas de prensa impresa y digital-, que la vocación boliviana son y serán los negocios en energía e hidrocarburos. Mucho más que la minería y mucho más que la agricultura o el mismo litio. El gas, convenientemente procesado en derivados va a sostener al Estado y a sus generaciones por decenas de años.
Para ello insistimos en la necesidad de debatir y constituir una NPE, Nueva Política Energética, y su respectiva Ley de Hidrocarburos, que busque y promueva: el Plan general de hidrocarburos, el fomento público fiscal a la exploración, explotación e incremento de reservas en áreas tradicionales y en nuevas áreas con capitales externos, a la garantía de la inversión externa, y lo más importante a la industrialización de los hidrocarburos en: generación de electricidad para venta de excedentes, conversión de gas a líquidos, procesamiento de gas en fertilizantes, en úrea, en plásticos y en energéticos de tercera generación como DME di metil éter.
Ello servirá para que en lo interno Bolivia goce de energía a costo cero, prácticamente, sin importación ni de GLP, diésel ni combustibles, además de gas industrial y domiciliario y electricidad que promuevan industrias. Y en lo externo: cumplimiento de contratos de venta de materia prima, pero fundamentalmente aseguramiento de nuevos mercados demandantes de valor agregado en economías emergentes como la brasilera y chilena.
Industrializar el gas es imprescindible para evitar venderlo con todos sus componentes capaces de agregar valor, y con ello dejar de ser país de exportación de materia prima a país de venta de valor agregado en modelos de negocios en donde el Estado sea partícipe y no sólo rentista. Que sea socio inversionista con riesgo compartido con capitales externos y no solamente espere ingresos de impuestos o regalías, que si bien son importantes no constituyen lo medular en lo que podría ser ingresos por rentabilidad de capitales en ejecución de negocios.
BORIS GÓMEZ Máster en Administración de Empresas. buzqueda@gmail.com