Vuelven las aguas a su cauce tras la crecida de la última semana y es que, a pesar de estar mojado el suelo popular, era inimaginable que absorbiera un aguacero como el creado por la biografía autorizada de Esperanza Aguirre, auténtico best seller de la literatura política. Mientras los ejemplares se venden como churros, muchos nos preguntamos si Esperanza Aguirre, tras hablar durante su elaboración de lo divino y lo humano, se leyó o no el libro.
La presidenta es, desde luego, franca y no se corta un pelo en decir lo que piensa. Siempre ha sido así y ello ha motivado un montón de titulares, pero, como dice el refrán, las palabras se las lleva el viento...si se lanzan al aire. Lo peor es cuando quedan escritas y, encima, en una biografía autorizada.
No parece lógico que, una vez publicado, tenga que explicar que se han interpretado mal sus palabras en temas como su sueldo. Una simple lectura previa hubiera subsanado el problema. Cabe también que sí lo leyera y le pareciera una verdad como un templo hasta que. alguien le dijera que eso podía afectar al voto.
El otro tema con más gancho periódistico ha sido el de sus relaciones con Gallardón. Aguirre, sencillamente, cuenta lo que piensa. Ni más ni menos. Podrá parecer un desliz político, pero, sin duda, ha primado su consideración personal sobre la estrategia. Y eso no es nuevo. El partido necesita de ambos pero la necesidad que tiene Aguirre de Gallardón para triunfar holgadamente en la Comunidad no ha logrado acercar nunca a estos personajes tan opuestos.
Ahora toca cubrir con el olvido este nuevo enfrentamiento y a ello se afanan en el PP. El problema es que algunas de las "perlas" que se contienen en el libro quedarán para la historia y algún día pueden pasar factura. No me extraña que Rajoy, tras leer el contendio del libro no se recatara en comentar publicamente, como Romanones, "Joder, qué tropa".
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