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Vivan las chachas

Vivan las chachas

miércoles 17 de agosto de 2011, 15:03h
El Gobierno y los sindicatos UGT y CCOO han sellado un acuerdo nacional para propiciar la equiparación de las empleadas del hogar y los asalariados en el régimen general de la Seguridad Social. El pacto trata de corregir la falta de protección de un colectivo formado en España por 700.000 personas. Las principales mejoras acordadas atañen a la cotización y a la prestación por enfermedad. Queda sobre la mesa el acceso a la prestación por desempleo. Los cambios acordados determinan que deberá existir cotización y protección desde la primera hora de trabajo, con independencia del número total de horas y también de cuántos sean los hogares que empleen al trabajador. Durante unos años se aplicará un sistema transitorio según el cual la base de cotización tendrá una escala de 15 tramos según los salarios percibidos y la cuota a pagar irá desde un mínimo de 19,84 euros al mes a un máximo 164,6 euros. Este modelo entrará en vigor el 1 de enero de 2012 y se dará un plazo de seis meses para que las empleadas y los hogares puedan adaptarse. El citado régimen de cotizaciones funcionará hasta 2018. A partir de 2019 se completará la equiparación de la cotización de las empleadas del hogar con la base mínima del régimen general de la Seguridad Social. No seré yo quien critique la nueva medida del Gobierno, para eso está el Partido Popular que ya ha presentado en el Senado enmiendas al proyecto de ley, al considerar que podría suponer "consecuencias negativas" como el incremento del desempleo o de la economía sumergida. Dicho esto, mi tristeza me llega porque, una vez más, las tradiciones en las que muchas generaciones de españoles nos hemos criado pasan al recuerdo, y se pierden con ellas vivencias y formas de afrontar la vida. Desde hace muchos años está mal visto llamar a las empleadas del hogar “chachas”; supongo que alguien habrá deducido que es un término peyorativo, despreciativo e, incluso, abominable. Lo cierto es que para los de mi generación (voy a por los cincuenta) es una palabra normal, cariñosa y llena de entrañables recuerdos de las horas que hemos pasado “con la chacha de toda la vida” en el parque de al lado de casa, en el cine y en algunos casos, como el mío, incluso en su pueblo. Porque eso era una de las características principales que tenían las “chachas”: eran de pueblo, venían a la capital para ganar dinero que mandaban a su casa y con él, muchos hermanos han podido recibir una educación universitaria. Y todo ello, con orgullo, normalidad y costumbres, buenas y malas. Para más de uno, la primera experiencia sexual se produjo gracias al cariño que estas encantadoras trabajadoras tenían por sus “niños”, y más de un matrimonio discutió porque el señor miraba demasiado las piernas “del servicio”. Pero todo ello ha pasado a una mejor vida o, cuando menos, está a punto de terminar del todo, ya que han dejado de ser “chachas”, “chicas de servir”, “empleadas de hogar” o como prefiramos llamarlas, para ser unas trabajadoras normales y corrientes, sin régimen especial de la Seguridad Social y con casi todos los derechos laborales habituales. Un gran paso para el colectivo y una pena para las generaciones futuras que no podrán gritar bien alto, como hemos hecho nosotros (pero sobre todo nuestras madres): “VIVAN LAS CHACHAS”. Eduardo Vizcaíno de Sas Consejero Delegado Saville Consulting Twitter: @VizcainoEduardo
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