Hubo este lunes demasiadas llamadas de oyentes a tertulias de radio que eran concordantes en el tema. Y los foros de Internet ardían con la misma cuestión: todo lo que toca Zapatero se va al garete. Estaba allí, presente en la final del campeonato de Europa de basket y, claro, perdimos en el último segundo.
Y es que ZP, concluyen los amables oyentes y escribientes, es gafe. Como no creo en las casualidades, mi primer impulso es creer que existe una campaña preparada para largarle el sambenito al presidente.
Incluso he leído alguna columna de opinión, cuyo autor pasa por ser un sesudo politólogo, en la que se abunda en la misma sandez.
Porque sandez, trufada de cierta maldad, es este cuento de los gafes. Algunos, cuando quieren hundir a alguien en este país, lo llaman ‘gafe’: nunca es demasiado difícil atribuir al poder maléfico e involuntario del pobre calumniado alguna relación con desgracias ajenas o con cosas más o menos negativas que pasan.
Y el motejado como causante de tales desgracias llega hasta a ser aislado, nadie quiere almorzar con él, ni hablarle. Es lo peor que puedes hacerle a un enemigo: estigmatizarlo con esta maldición gitana, que acarreará a la víctima una fama imperecedera: una vez que te generan la fama de gafe, no la perderás jamás.
Porque la superstición inculta, cuando va adornada de mala uva, siempre acaba haciendo fortuna, incluso entre los sectores teóricamente con un mayor nivel intelectual.
Que las estrategias de luchas preelectorales hayan llegado hasta este límite podrá o no parecer verosímil, pero yo, al menos, me permito sospecharlo.
Ya digo que el alud de opiniones coincidentes que este lunes expresaban que había sido Zapatero el culpable de la pérdida del oro en el Eurobasket no puede ser algo casual.
Y ya se ve que siempre hay gentes bienintencionadas dispuestas a comprar cualquier cosa que se venda, más si redunda en crítica al Gobierno.
A mí me parece que hay bastantes motivos de crítica a la acción del presidente del Gobierno como para, encima, llamarlo gafe. Eso es casi hacerle un favor, aunque los difamadores no le vean así.
Fernando Jáuregui. Director del grupo Diario Crítico.