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No todos los políticos son iguales

No todos los políticos son iguales

viernes 08 de febrero de 2013, 09:16h
El martes 5 de febrero tuvimos pleno en el Senado. Ese día le pregunté al ministro de Exteriores García Margallo si va a llevar a la práctica esa acariciada  decisión de meter en un puño la política exterior de las Comunidades Autónomas. Me salió por peteneras. Previamente había habido una comida ofrecida por el presidente y los miembros de la Mesa y de los Portavoces con los dos titulares que abandonaban el campo de juego. Joseba Zubia (PNV) y Jordi Vilajoana (CIU). Esta semana han dejado el Senado. El primero definitivamente. El segundo probablemente también. Está en el Palau de la Generalitá de secretario general de la presidencia, cerca de Artur Mas que además de jefe es amigo personal y necesitaba un tipo amable y relaciones públicas como él para despejar el juego. Y la Mesa quería reconocerles lo hecho y la amistad que dejan. Zubia anima siempre estas comidas con chistes malos y uno de ellos debió ser el que dedicó al presidente del Senado, Pío García Escudero, noticia la semana anterior porque había avalado la lista de Bárcenas diciendo que efectivamente le habían pagado la cantidad que aparecía en El País, pero que se trataba de un préstamo que le habían concedido de cinco millones de pesetas para pagar los desperfectos en su piso tras un atentado de ETA. García Escudero había salido inmediatamente a explicarlo. Seguramente no pidió permiso a nadie en el PP porque no quería que su nombre fuera arrastrado en las tertulias y dijo la verdad, pero fue una verdad candente ya que de alguna manera avaló la lista de Bárcenas. Luego han venido Del Burgo, Abascal, Nasarre... No, no estaban a gusto en el PP con García Escudero y sus manifestaciones y por eso Zubia en la comida les dijo que en política no había que decir ni PÍO. Le rieron la gracia.

El que solo ha dicho PÍO ha sido él pero solo en el Congreso y en el Senado, pero solo ahí. Cuando fue Consejero a lo más que aspiró fue a que su informe sobre las competencias que quedan por transferir  se le llamara "El informe Zubia", nombre que le dio su Director de comunicación, Kepa Bordegarai. Si se hace una encuesta sobre quienes conocen a Zubia, solo los que hemos trabajado con él, diputados y senadores, y sus amigos de siempre de Plentzia y Zarautz, el farmacéutico, el carnicero, el cartero, el txikitero..... le conocen. Y es que Joseba ha sido un buen parlamentario pero la política en estado puro le ha resbalado. Y eso que llegó a Madrid en 1984 sustituyendo a Iñigo Aguirre, y ha sido diputado, consejero de presidencia y desarrollo legislativo con Ardanza, y senador. Y como sabíamos que iba a pasar desapercibido logramos que por unanimidad le dieran en la cena de diciembre de la Asociación de Periodistas Parlamentarios el del Senador del año. Un leoncito para la repisa. Pero se ha ido tan discretamente como llegó, ligero de equipaje, con una medalla que no sabrá dónde ponerla y con su fiel Alazne que últimamente le acompañaba en sus viajes a Madrid y, en verdad, estaba bastante harta, y con la pensión para vivir modestamente. Hace año y pico le dio un ictus y se ha recuperado, pero le ha tocado la vista. Y decidió dejarlo. Y escribo sobre él, porque no todo en política es Bárcena, Ana Mato y sus confetis, "los privilegios de los políticos" y cosas así. El 95% de los políticos son como Joseba Zubia. Trabajadores, honrados, dedicados a lo suyo, discretos, y con ganas de ayudar. Ese otro 5% son el grupo que hacen de  la política un estercolero.

El martes tuvo lugar la citada comida, el miércoles cogió algunos libros del que había sido su despacho veinte años  y a las siete, en el avión a Bilbao daba carpetazo a una carrera, si carrera puede llamarse a este tipo de servicio, de casi treinta años.

Volvimos juntos y estaba tan feliz como una lombriz. "Joseba, se nota que eres no un político. Si lo fueras hubieras hecho como Rosa Díez a la que costó sacarla del despacho y dejó las huellas de las uñas en paredes y puertas cuando en 1998 dejó de ser Consejera. Y no eres como Rafaél Caldera que mientras respiraba, aspiraba. O como esos políticos muertos que te dicen solo que están mal enterrados".  Zubia me contestaba que el viernes  iría con los nietos a  la fiesta vasca de Zarautz y que tras seguir el periplo médico lo que le ilusiona es pasear por la Galea. "Te vas a poner como un toro, pero te vas a aburrir mortalmente" le dije. Pero no. Él  está en que eso es el paraíso.

Y como en Euzkadi no te dan una medalla más que si vas a Lourdes o a los cincuenta años de fallecido, pues al no esperar nada de una sociedad a la que ha servido, vivirá feliz, sin reconocimiento alguno. En eso somos bastante zafios e inhumanos y primitivos los vascos. No me gusta esa parte de nuestro carácter, que por otra parte  veo que algunas instituciones se la pasan cada vez más ensalzando a imbéciles consagrados. Y venga fotos. Luego nos quejamos que en su día Mario Conde en Deusto fuera recibido como un icono de este tipo de sociedad huera.

Y digo lo de Hillary porque a diferencia de Zubia, ella sí aspira. Tiene 65 años y cree que con 69, cuando Obama lo deje, podrá aspirar a la presidencia. Todo por no aguantarle en casa a Bill.

Leyendo su despedida que ha debido ser sonada y con un mano a mano de Obama con ella ante todas las televisiones comentaba en qué pasaría el tiempo:
"Dormir a pierna suelta, despertarse por la ma­ñana "sin tener una agenda ni una oficina a la que ir" para poder darse la vuelta y seguir durmiendo. Ver la televisión, ir al gimnasio, viajar por placer, leer, escribir un libro sobre sus memorias en el Departamento de Estado, pensar si realmente quiere pasar por otra campaña electoral para convertirse en la primera mujer presidenta de EEUU en 2016 y continuar la lucha por la igualdad de las muj­eres en el mundo".

De todo esto me da que Zubia solo le imitará en lo de dormir a pierna suelta...Y a pasear por la Galea.
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