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Izquierda, universalismo y derecho a decidir

Izquierda, universalismo y derecho a decidir

viernes 01 de marzo de 2013, 08:22h
Derecho a decidir. Suena bien así, aislado. Tendemos a creer que todos tenemos derecho a decidir y, en esencia, así debería ser. Lamentablemente, la realidad es que no podemos elegir casi nada en casi ningún ámbito de la vida.

Sí, elegimos entre Pepsi y Coca Cola, entre Burger King y Mac Donalds, entre PP y PSOE, entre gasolina y diésel pero todo eso no es más que imago speculi: la realidad es que no elegimos porque las alternativas entre las que optamos están predefinidas.

¿Tienen los catalanes derecho a decidir? Sí, obvio. Y los almerienses y los tutsis y los zurdos y los bizcos y los negros y los chinos gays y todos los que viven en los cuarto izquierda del planeta.¿Tienen los catalanes derecho a decidir sobre su independencia? Pues sí, claro. Tanto como los reusinos a ser provincia -¡o país!-, los andorranos a tener delegación en la ONU o los albinos a tener representación parlamentaria. Lo lógico es detallar el principio general, ambiguo y, por ello, vacuo.

El derecho a decidir es un brindis al sol si no lo enmarcamos y centramos. No es lo mismo el derecho a decidir en situación de tiranía bajo Papa Doc (Haiti) que en el Toledo del siglo XIII que en las actuales circunstancias.

España hoy, como tal, es un bodrio  -de ahí mi predilección a hablar de Las Españas, en plural- y la mayoría de los españoles, en puridad intelectual, entendemos que una monarquía es un anacronismo y lo lógico sería una república, pero también entendemos que eso mejor no meneallo de momento.

En 1978, para bien o para mal, optamos por una monarquía parlamentaria y sufragista que es la que tenemos hoy día. Supuestamente, es la evolución quintaesenciada de lo que han sido las Españas desde las Cortes de Castilla, los Fueros del reino de Navarra, las leyes de Jaume I, los bocinazos de Guifré el Pilós e, incluso, la Segunda Partida del rey Sabio al que tanto admiro.

En esa amalgama que es la Constitución del 78 decidimos mayoritariamente los españoles ser políticamente lo que somos -nota bene: ninguno pensamos en aquellos días de vino y rosas que tras tanto idealismo se escondían los 40 ladrones y sus hijos- y, desde esta óptica, cualquier cambio estructural que afecte a aquella decisión debería contar con la opinión de todos los afectados. Ya sé que dicho así muchos catalanes independentistas me verán como un enemigo, pero nada más lejos.

Lo que digo es que un cambio que afecta a todo el territorio y a la definición que de España como nación decidimos todos en 1978 no puede ser decidido solamente por una parte, si no por todos: si una mayoría de ciudadanos de Catalunya decidiera que no quiere ser España toda la idea de España caería por su propio peso así que, necesariamente, si la decisión de una parte afecta a la existencia del todo, los miembros del todo tienen que poder definirse en igualdad de condiciones frente al contencioso.

¿Y el derecho de autodeterminación de los pueblos? Bueno, pues eso nada tiene que ver con Cataluña ni con el País Vasco, por meter el dedo en dos ojos paradigmáticos. El Derecho de Autodeterminación, por sorprendente que parezca, lo debemos prácticamente a la Doctrina Monroe (1823) y al célebre "América para los americanos" (John Quincy Adams). James Monroe, quinto presidente USA, definió su doctrina para defender el continente americano de las interferencias de una Europa que se negaba a perder sus derechos de metrópoli sobre las colonias.

Pocos años después, el 8 de Enero de 1918, el presidente Woodrow Wilson presentó sus famosos Catorce Puntos para frenar la locura europea que devino en la Gran Guerra y que dejó al pairo Rusia, Prusia, Bélgica, Polonia, Serbia, Turquía, Rumanía y los Dardanelos. Esos 14 puntos fueron la piedra basal de la Sociedad de Naciones, mamá de la actual ONU, e incardinaron el Derecho de Autodeterminación que se extendería a lo largo del XX por todas las colonias asiáticas y africanas. O sea, nada que ver ni con Cataluña ni con País Vasco.

Esquirla: Por otra parte, es contradictorio ser de izquierdas -universalistas- e independentista. Un PSC independentista es un CiU para empleados de los botiguers (tenderos).

@manuelpascua
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