Cinismo ante la corrupción
martes 02 de julio de 2013, 16:26h
El "caso Bárcenas" envenena los sueños de
la cúpula del Partido Popular. Hay dirigentes que, como Arantxa Quiroga o
Esperanza Aguirre hablan y dicen abiertamente que se sienten
avergonzadas por las historias que se van conociendo pero hay otros que,
como el propio Presidente del Gobierno, callan y hacen como que el caso
no va con ellos.
Es la estrategia del "ya escampará". Una táctica que en otros
registros le ha dado buenos resultados a Mariano Rajoy pero que en éste
asunto es de dudoso pronóstico porque desde el momento en el que Luis
Bárcenas entró en la cárcel hay una variable que ya no controla. Un
hombre en prisión es una bomba en potencia; un artefacto que puede
estallar en cualquier momento en forma de confesión para obtener mejor
trato judicial o porque sintiéndose abandonado -a la manera de Sansón-,
decida llevarse consigo a unos cuantos filisteos. Qué Mariano Rajoy, y
con él algunos de los dirigentes veteranos del PP
-empezando por Javier Arenas- finjan no estar preocupados por la
suerte carcelaria de quien hasta hace seis meses estaba en nómina y era
el tesorero del partido, es una forma de dar cuerpo a una práctica muy
extendida entre la clase política nacional. Me refiero al cinismo.
Porque cínico es decir hace cinco meses -palabras textuales de Mariano
Rajoy- que "Nadie podría demostrar que Bárcenas no es inocente" y
trasladar hoy, con displicencia, a la opinión pública que no están
preocupados por el caso y sus presumibles salpicaduras. Las judiciales,
están por ver puesto que dependen de las no improbables revelaciones de
Bárcenas acerca del origen y propiedad del dinero guardado en las
cuentas suizas cifradas.
Las consecuencias políticas están a la vista de todos: el
personal, a través de las encuestas, hace saber que su hartazgo ante los
casos de corrupción es mayúsculo y que la desconfianza hacia los
políticos se ha generalizado. Hartazgo y desconfianza que se refleja en
un retraimiento de los ciudadanos a la hora de manifestar su intención
de voto. Según los últimos sondeos, el PP habría perdido el favor de más
de un tercio de sus potenciales electores. No es consuelo, todo lo
contrario, que el PSOE esté en parecida o peor situación vista la forma
en la que algunos dirigentes del partido
-Griñán en cabeza-, hacen como que el asunto de los ERES de Andalucía
no va con ellos. Es otro ejemplo de esa tendencia al cinismo que, como
digo, caracteriza a buena parte de nuestros políticos. Cinismo que
acabará pasándoles factura en las urnas y, en algún caso, puede que
también en los tribunales. Al tiempo.