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Juegos que educan, ¿puede el casino enseñar probabilidad, estadística o toma de decisiones?

Juegos que educan, ¿puede el casino enseñar probabilidad, estadística o toma de decisiones?
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Por Agencia
martes 24 de junio de 2025, 11:13h

De forma tradicional, desde que los espacios para el juego de apuestas y azar existen, se ha relacionado con el glamour, con el riesgo, con la adrenalina… una forma de jugar donde el dinero cambia rápidamente de manos.

Sin embargo, hay quienes se atreven a mirar desde otra perspectiva. Hay mentes privilegiadas que son capaces de descorrer esa cortina de luces y entretenimiento, y mostrar un sorprendente aliado para enseñar, para educar. Estos educadores encuentran en los casinos las herramientas necesarias para enseñar materias como las matemáticas, la lógica o cómo ganar habilidades para la toma de decisiones, tan importante en los entornos laborales.

Sorprendentemente, lo que parecía un espacio exclusivo para el ocio, el casino, ofrece una capacidad extraordinaria para transformarse en una herramienta pedagógica poderosa si se usa con criterio y con una clara intención formadora.

Cuando las cartas enseñan más que los números

En la Randolph Career Academy de Chicago, por ejemplo, la profesora Liliana Ciobanu decidió enseñar combinatoria y probabilidad a través del póker. Su enseñanza se alejaba del simple reparto de cartas para enseñar a su alumnado a analizar las probabilidades para obtener buenas manos, ya fuera un póker, una escalera de color o un full. Estos estudiantes debían defender sus decisiones con argumentos matemáticos para conectar la teoría con una aplicación concreta y emocionante.

El aula se transformó, de este modo, en una especie de laboratorio lúdico donde formarse era algo más que aprender formulaciones.

Este tipo de prácticas está ganando espacio en institutos y universidades que apuestan por metodologías activas. En ellas, el casino no se plantea como modelo de negocio, sino como escenario simulado para enseñar a pensar en condiciones de incertidumbre, calcular riesgos o entender patrones probabilísticos. La ruleta, el blackjack o el póker dejan de ser símbolos del azar para convertirse en ejemplos vivos de estadística aplicada.

Concretamente, en la prestigiosa Universidad de California, Berkeley, ya se está ofreciendo un taller semestral titulado “Card Counting DeCal”, que tiene como objetivo que los alumnos, a través de las reglas del blackjack, exploren estrategias matemáticas y experimenten con técnicas de conteo de cartas. Como cabe suponer, no se permiten apuestas reales, sin embargo, aún sin la presión del juego real, el alumnado es capaz de comprender en profundidad cómo funciona la probabilidad condicional en un entorno realista.

La estrategia básica de este juego, lejos de ser intuitiva, se basa en cálculos precisos y decisiones lógicas que los estudiantes deben defender en cada ronda.

Pensamiento crítico, riesgo y control emocional

Edward O. Thorp, matemático y profesor universitario, es figura destacada en este campo que revolucionó el mundo del juego en los años 60 cuando demostró científicamente que el blackjack podía ganarse bajo el prisma de la estadística. Para demostrarlo, llevó a la práctica su teoría, tanto en los casinos de Reno como de Las Vegas. Aplicó dentro de los casinos una combinación de conteo de cartas y un modelo de apuestas basado en el criterio de Kelly (fórmula matemática utilizada para determinar cuánto dinero apostar en una situación con ventaja esperada). Su experiencia se relató en el libro Beat the Dealer, que aún hoy es referente tanto en matemáticas aplicadas como en el estudio del juego racional.

Pero más allá del cálculo, estos juegos aportan un valor añadido difícil de enseñar desde la teoría, como es la gestión del riesgo y el control emocional. Decidir si plantarse o pedir carta no es tan distinto, en esencia, de tomar decisiones bajo presión en la vida real o en una empresa. Por eso, algunos docentes defienden su uso como vía para trabajar la toma de decisiones consciente y responsable, sin necesidad de apostar dinero.