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Deporte y negocio, una conexión que sostiene la economía

Deporte y negocio, una conexión que sostiene la economía
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Por Agencia
lunes 11 de agosto de 2025, 17:41h

En España, el deporte ha terminado por ocupar un lugar que va mucho más allá del entretenimiento, mucho más allá de los goles, récords o gestas heroicas. Lo que hay detrás, cuando uno rasca la superficie del espectáculo, es una maquinaria económica que funciona con enorme precisión, ya sea por la generación de empleo, atrayendo turismo, logrando patrocinios, televisión, innovación… y sí, también, cómo no, apuestas. El deporte profesional es hoy un motor económico real, de esos que no siempre se ven, pero que empujan el país hacia adelante.

Cuando un evento de primer nivel aterriza en una ciudad, una final de Champions, una Vuelta ciclista, una Supercopa, todo cambia durante unos días. Hay hoteles sin una cama libre, restaurantes llenos a mediodía, taxis que no dan abasto y banderas en los balcones. Hasta el panadero vende más. Y en ese ecosistema también participan plataformas de ocio como cualquier casa de apuestas, que con su actividad online mueven cifras que acaban impactando en la economía real, con impuestos, licencias, acuerdos de patrocinio y empleo indirecto.

Turismo deportivo, algo más que visitantes

A veces, lo que empieza como una excusa para ver un partido, termina siendo un viaje completo. Los grandes eventos deportivos son también una excusa perfecta para atraer turismo de calidad. Gente que viene con tiempo, con ganas de disfrutar, de probar, de conocer, de gastar.

Pongamos por caso la final de la Copa Davis que se celebró en Málaga en 2022. Más de treinta mil personas llenaron hoteles, comieron fuera, se movieron en transporte público y dejaron una media de gasto por persona superior a los 170 euros al día. El deporte anima y también activa la economía local. Sevilla, Valencia, Bilbao… muchas ciudades han comprendido que incluir el deporte en sus planes estratégicos de promoción turística es visión de mercado.

Cuando el deporte da trabajo, aunque no te pongas una camiseta

Cada vez que hay un gran evento, cientos de personas encuentran una oportunidad laboral. Gente que normalmente no aparece en las fotos, como son el personal de montaje, los técnicos de sonido, fotógrafos freelance, camareros de refuerzo, conductores, personal de seguridad…

Además, la cobertura mediática que se genera a su alrededor pone en marcha otra cadena de producción. Programas especiales, conexiones en directo, análisis, contenido en redes, clips virales. Los medios se activan, y con ellos, los creativos, diseñadores, editores, periodistas. El deporte da trabajo a mucha gente, más de la que es posible imaginar en un principio.

Hay un cambio que merece mencionarse en este sentido: el crecimiento de la selección femenina de fútbol y su éxito reciente, más allá del plano deportivo, que ha generado una ola de inversión, nuevos patrocinadores y una visibilidad mediática inédita. El deporte femenino emociona y construye su propia economía.

Marcas, camisetas y mensajes que van más allá del logo

No hay empresa que no quiera estar ahí, asociarse con el deporte. Pero no por lo obvio, no solo por salir en una camiseta, hay algo tan profundo, como la capacidad del deporte para transmitir valores que las marcas quieren compartir. Compromiso, esfuerzo, pasión, trabajo en equipo.

Por eso hay tantos patrocinios. Desde los bancos que apoyan equipos hasta las energéticas que apuestan por ligas femeninas, se estima que más del 60 % de la inversión publicitaria en patrocinios se destina al deporte. Y eso no incluye otras formas más discretas de colaboración o mecenazgo.

Sí, es cierto que hubo mucha polémica con algunos acuerdos vinculados a casas de apuestas. Pero hay que reconocer que, en determinados contextos, ese patrocinio fue la única vía que permitió sobrevivir a clubes pequeños o a competiciones sin foco mediático. El debate está servido, pero la realidad es que el apoyo económico fue tangible e innegable.

Tecnología, nuevas formas de mirar el deporte hacia el futuro

Ya no hace falta estar en el estadio, ni siquiera ver el partido completo. El deporte ha encontrado su lugar en la digitalización, y lo ha aprovechado al máximo. Seguimiento por apps, resultados en tiempo real, experiencias inmersivas y una participación constante del usuario.

Aquí también hay negocio, y del bueno. España ha sabido colocarse en una posición puntera en el desarrollo de tecnología aplicada al deporte. Universidades, centros de innovación y startups colaboran con entidades deportivas para medir el rendimiento, prever lesiones, mejorar la interacción con los aficionados o diseñar nuevas experiencias. Es el deporte del siglo XXI, y también es empleo cualificado, inversión en I+D y oportunidades de crecimiento.

Hay algo que conviene no olvidar. El deporte, con todos sus matices, también es una herramienta de país, que da identidad, proyecta imagen al exterior, cohesiona y crea espacios de encuentro. Pero, además, si se gestiona bien, es una inversión de futuro que se devuelve multiplicado.

Eso sí, no se puede dejar todo en manos del negocio, ni caer en la idealización ingenua del deporte como si fuera ajeno a los intereses económicos. La clave está en mantener ese punto justo entre permitir que el deporte siga creciendo, que genere beneficios, sin que se pierda por el camino su función social y su valor educativo con su capacidad de inspirar.