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La resistencia palestina y el despertar de los pueblos: un mundo en cambio

miércoles 22 de octubre de 2025, 11:09h

Un solo enemigo, un solo agresor. Esta es la realidad cruda que define nuestro tiempo geopolítico: el imperialismo occidental, capitaneado por los Estados Unidos y cuya esencia, más allá de la alternancia entre demócratas y republicanos, personifica hoy Donald Trump. En este escenario, las distinciones entre globalistas y los supuestamente antiglobalistas “trampistas” se desvanecen cuando se trata de defender los intereses del capital y la hegemonía. Son dos caras de una misma moneda, seguidas de cerca por los movimientos “woke”, que en el fondo actúan como sus blanqueadores ideológicos, desactivando la lucha de clases con una batalla cultural estéril y funcional al sistema.

En este contexto de aparente dominio absoluto, la Resistencia Palestina, con su acción del 7 de Octubre, ejecutó una operación de una trascendencia histórica comparable a su valor militar. Consiguió un doble objetivo estratégico: primero, resistir y aguantar, demostrando que la voluntad de un pueblo oprimido es indomable; y segundo, poner de nuevo a Palestina en el mapa mental y moral del mundo, despertando de su letargo a una conformista sociedad civil occidental.

El Doble Golpe Estratégico del 7 de Octubre

Durante décadas, la causa palestina había sido arrinconada, convertida en un conflicto lejano y complejo que las grandes cadenas mediáticas presentaban como un “ciclo de violencia” sin fin. El 7 de Octubre rompió ese relato. No fue un acto aislado de violencia, sino la explosión inevitable de un pueblo llevado al límite tras 75 años de ocupación, bloqueo y humillación. Esta acción logró lo que años de diplomacia y condenas en la ONU no habían conseguido: colocar la injusticia palestina en el centro del debate global.

El despertar ha sido desigual pero significativo. En las clases populares occidentales, hastiadas de una crisis perpetua que empobrece su nivel de vida, la brutalidad de la respuesta sionista, con decenas de miles de mártires, principalmente mujeres y niños, ha hecho saltar por los aires la narrativa oficial. La gente común, que sufre en sus carnes el precio de la vivienda, la precariedad laboral y la comida basura por no poder acceder a fruta fresca, ha visto en Gaza un reflejo distorsionado pero reconocible de su propia lucha: la de la dignidad frente al poder aplastante.

El Sur Global: Claridad y Determinación

Mientras Occidente se debatía en sus contradicciones, el Sur Global, con contadas y lamentables excepciones, ya tenía las cosas claras. Los eventos posteriores al 7 de Octubre no han hecho más que confirmar dos verdades irrefutables para la mayoría de los países oprimidos:

  1. La Urgente Liberación del Dólar y del Imperialismo Económico: El cambio del sistema financiero global, con el dólar como arma, ha quedado nuevamente en evidencia. Las sanciones arbitrarias y la sumisión exigida a los designios de Washington y el FMI han acelerado la búsqueda de alternativas: monedas propias, sistemas de pagos independientes y un comercio basado en la soberanía y no en la subyugación.
  2. La Necesidad de Instituciones Soberanas: El Sur Global ha entendido que no puede depender de un orden internacional manipulado por y para el imperialismo. La creación de sus propias instituciones —bloques políticos, económicos y de seguridad— que respeten profundamente la soberanía de los pueblos y estados, se ha convertido en un imperativo de supervivencia. Los BRICS y otras iniciativas similares son la materialización de esta conciencia.

La Sacudida en el Corazón del Imperio y el Rugido Europeo

En los propios Estados Unidos, la sacudida ha sido mucho mayor de lo que el establishment esperaba. Importantes sectores, incluso de jóvenes conservadores, educados en la narrativa del “aliado democrático” en Oriente Medio, han cambiado su visión sobre Palestina y, lo que es más significativo, sobre la naturaleza del ente sionista. Han visto la hipocresía, la barbarie y el carácter racista y colonial de un proyecto que ya no pueden disfrazar.

Pero es en Europa donde el fenómeno ha sido más revelador. Una izquierda errática, destrozada, con moral de derrota y sin ideas más allá de las que le inspiran las multinacionales farmacéuticas y las fundaciones de George Soros, ha visto cómo surgía un rugido ensordecedor desde sus bases. Movimientos, asociaciones, partidos minoritarios y sindicatos (no todos, ni siquiera la mayoría, pero sí los más combativos) han vuelto a echar a las multitudes a la calle. Esta presión popular, sostenida y sin precedentes en su duración y amplitud, ha forzado a gobiernos como los de Irlanda, España, Eslovenia e incluso la compleja coalición belga, a tomar posturas políticas que, de forma más o menos tímida, buscan el apoyo de esa gente movilizada.

Este es un punto crucial: la lucha por Palestina ha reabierto un espacio de movilización popular en Europa que se creía perdido. Ha demostrado que, cuando la causa es justa y toca la fibra moral, la gente es capaz de organizarse y salir a la calle masivamente, desbordando a políticos cautivos de los intereses atlánticos y sionistas.

La Trampa del Alto el Fuego y la Caída de las Caretas

Justo cuando la resistencia palestina demostraba su capacidad de aguante y la movilización global presionaba, surge la trampa. El “acuerdo” de alto el fuego impulsado por Trump no es más que una nueva emboscada. Su diseño marginaliza por completo a los palestinos, pues el ente sionista está profundamente inmerso en el aparato trumpista. Las primeras condiciones lo dejan claro: nada con Hamas, nada con la resistencia. El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) también está en su lista de organizaciones terroristas.

Es decir, los arquitectos del “Plan de Paz” le niegan la democracia al pueblo palestino. Les dicen con quién pueden y no pueden negociar, invalidando a las únicas fuerzas que han demostrado una capacidad real de resistencia. De vez en cuando, citan a la domesticada y sometida Autoridad Nacional Palestina, un ente carente de apoyo popular, desprestigiado y corrupto, precisamente porque es la única interlocutora sumisa que acepta su rol de administradora de la ocupación.

Aquí es donde los “woke” muestran su verdadero rostro. Tienen miedo. Miedo de que las élites occidentales globalistas les asimilen a Hamas, de ser tachados de “antisemitas” por defender la vida de un pueblo. Su activismo de salón, funcional a la agenda de una burguesía “progre” que lo utiliza para lavar su imagen y fragmentar a la clase trabajadora, se queda sin respuestas ante una lucha de liberación nacional real. Son los blanqueadores que, en el momento de la verdad, se pliegan para no mancharse. Apoyan la resistencia del pueblo palestino por sus propios intereses y luego callan cuando “las aguas vuelven a su cauce”.

España: El Gobierno Hábil y la Lucha que Une

Aterrizando en el estado español, el Gobierno de Sánchez y sus aliados, aunque sean vergonzantes, han sido muy hábiles. Al ponerse del lado de la corriente mayoritaria en la calle, han capitalizado un descontento popular real. Sin embargo, esta habilidad táctica no resuelve los verdaderos problemas de los trabajadores y trabajadoras. Las mismas personas que han llenado las plazas en favor de Palestina son las que sufren el alza de precios, los alquileres imposibles, la incapacidad de comprar una vivienda y el encarecimiento de los productos básicos que les obliga a una dieta de comida basura.

Por tanto, la lucha por Palestina marca un camino imprescindible, pero debe ser el inicio, no el final. Es necesario impulsar esta movilización con un doble objetivo:

  1. Liberar y Apoyar a Palestina: Mantener el boicot al ente sionista y unir en torno a ello a grandes capas populares, independientemente de su voto.
  2. Acabar con la Pobreza Difusa: Vincular la lucha internacionalista con la defensa de los derechos materiales: pan, techo y un salario digno. No podemos caer en el vacío de luchar por la justicia en el mundo mientras olvidamos conseguir mejoras materiales aquí y ahora.

Hay un hueco que no podemos dejar vacío. No podemos permitir que la batalla se reduzca a una “cultura wokista” de “pijos y pijas” sin principios, plegados a los intereses de la burguesía “progre”, que mientras ondean banderas multicolores, (nunca nuestras banderas rojas), se precariza el trabajo y especula con la vivienda. Debemos construir un sistema de defensa de los intereses de todo tipo de las clases populares.

Conclusión: Un Momento Histórico Frente al Imperialismo y el Sionismo

Estamos en un momento favorable. El discurso nazi-sionista, que equipara crítica al sionismo con antisemitismo, es cada vez más insostenible. El ente sionista, con su brutalidad desmedida y su arrogancia, ha sembrado su propia autodestrucción, erosionando su legitimidad a ojos del mundo. Mientras, en el Sur Global surgen revueltas, revoluciones y cambios liderados por pueblos oprimidos que buscan su soberanía.

A las clases populares europeas nos oprime la Unión Europea, nos oprime el trumpismo, las derechas liberales y ese liberalismo “woke” desorientado que, en su pánico, es capaz de favorecer a la extrema derecha con tal de frenar el avance de una verdadera alternativa popular.

La lucha por Palestina nos ha mostrado el camino de la movilización masiva y sostenida. Por eso hay que denunciar la tregua trampa, puesto que tiene el doble objetivo de doblegar a la resistencia palestina y favorecer la ocupación colonial por un lado y por otro acabar con las contundentes movilizaciones populares y el internacionalismo de las clases oprimidas del mundo Ahora toca ampliar ese camino, uniendo la bandera palestina con la bandera de la lucha por una vida digna. Toda piedra hace pared, y nosotras y nosotros, el pueblo organizado, somos los albañiles de un nuevo mundo, un mundo de soberanía, justicia y paz. Un mundo sin imperialismo ni sionismo.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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