Dicen que iba a ser el notición de este fin de curso político. Dicen (mejor dicho, decíamos nosotros, los periodistas) que esta es casi la ocasión más alta que vieron los siglos. Pues oigan, como que no.
Lo más notable, por decir algo, de la reunión es el marchamo de excepcionalidad que le hemos dado. Lo normal, lo ordinario y lo cívicamente exigible es que el jefe de la oposición y el presidente del Gobierno se hablen, con o sin crisis, en un
tête-à-tête, por teléfono, por e-mail o por SMS. Ocurre en cualquier país normal.
.png)
Incluso, como en el caso de hoy, cuando los papeles ya están repartidos. Y así, Don
Mariano Rajoy Brey ha llegado con sus valoraciones más catastrofistas (más de las necesarias, para entendernos) sobre la crisis económica. Mientras que, por su parte, Don
José Luís Rodríguez Zapatero le quitaba, irresponsablemente, hierro a la crisis económica. Ambos se han ceñido a sus guiones respectivos. Lo que para el de La Moncloa es sólo gris, para el de la madrileña calle Génova es negro carbón. O viceversa.
¿Algún acuerdo más allá del tema antiterrorista? Sí. Ambos, Zapatero y Rajoy están de acuerdo en renovar, a partir del mes de septiembre tanto el Consejo General del Poder Judicial como el Tribunal Constitucional. Más de lo mismo y, a la vuelta de vacaciones, vuelta al tira y afloja sobre nombres y posiciones en ambos organismos judiciales. En otra cosa no, pero en ésta, justamente en ésta, el acuerdo entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición están de acuerdo, de total acuerdo en lo fundamental: seguir con el exceso de politización partidista del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial.
En resumen, hoy se han visto Zapatero y Rajoy. Bueno ¿y qué? Aparte de que ya era hora.