Interesante disposición la del ministro de Gobierno, por la que prohíbe la difusión de imágenes y fotografías de hechos de violencia para "cuidar el derechos de las personas a la privacidad". Además, por las declaraciones realizadas, se presenta la medida como una forma de combatir la violencia. Que el premier del país, junto con el ministro de Justicia y el comandante de Policía crean que ocultando el accidente, la muerte o el hecho violento puedan parar el crecimiento de la violencia, resulta bastante ingenuo.
La violencia, el asalto, la agresión, son producto de una grave situación cultural y social.
Si las autoridades que deben dar ejemplo de moderación, raciocinio y calma agreden en sus expresiones a todos los que se atreven a discrepar, están demostrando un irrespeto a las personas, a la comunidad, y ejercitando también la violencia que se quiere eliminar. No es la publicación de escenas, cuerpos lastimados o cadáveres los que pueden inducir a una educación violenta. Son las actitudes de las personas, la falta de capacidad de diálogo, la imposibilidad de relacionarse con el otro, la injusticia social, el mal ejemplo de ciertos líderes mesiánicos los factores que generan esas reacciones. Veamos como ejemplo lo que aconteció el sábado en la Universidad Católica de Guayaquil. Los victimarios de siempre se proclaman víctimas. Los agredidos, se dice, son empleados municipales. Las expresiones del presidente pidiendo actuar a la masa y la represión policial fueron generadores de la violencia.
Si (
No(
