No hay límites para la brutalidad de la dictadura

Un fuerte impacto recibieron los familiares de quince campesinos muertos por agentes de la dictadura pinochetista en la comuna de Isla de Maipo, en 1973.

Treinta y cinco años después de la masacre, un perito español, Francisco Echeverría, reveló que “con toda seguridad, puedo afirmar hoy que los restos que hemos separado y periciado corresponden a los de las 15 víctimas que fueron halladas en 1978”.

Entre lágrimas, el español dijo a los familiares de las víctimas que “la causa del fallecimiento corresponde a una muerte violenta homicida. No hay lesiones por impacto de bala, son lesiones traumáticas contundentes. La muerte fue causada por golpes”.

La versión del experto fue publicada por el diario La Nación. Los familiares estaban convencidos hasta hoy que sus seres queridos habían sido fusilados y sus restos lanzados a los hornos de cal, en la localidad de Lonquén, cercana a a Santiago.

A finales de 1978, al conocerse el lugar en que permanecían los restos, la dictadura ordenó dinamitar los hornos de cal. Ahora, 35 años después de la masacre, se sabe que los campesinos murieron golpeados por los policías y soldados del lugar.