Los diseñadores de la autopista Panamá-Colón y los técnicos expertos en tráfico no previeron un factor que pesa por lógico: la autopista no entrega libremente el tráfico a la ciudad atlántica, sino que lo deja a orillas de una quebrada, donde se formaría un tranque descomunal.

Ahora, después de las quejas de los usuarios de la Zona Libre de Colón, que soñaron durante años con traslados expeditos, las autoridades ‘evalúan la extensión de la autopista’ como si la decisión tuviera que pensarse dos veces.  Al menos prometieron definir qué harán antes de fin de año, mientras el ministerio de Obras Públicas se encuentra actualmente realizando los estudios técnicos de prefactibilidad para concretar los costos del proyecto.

La solicitud de los usuarios de la Zona Libre cuenta con el respaldo de la Cámara de Comercio de Colón, los directivos de los puertos que operan en esa provincia, el  Consejo Municipal, los propietarios de hoteles y cintos de miles de usuarios de la vía, que han padecido más de 5 décadas de inoperancia de las autoridades de tránsito y los gobiernos.  La extensión de la autopista representa unos 14 kilómetros adicionales a los 35 kilómetros de la actual autopista, que se construye desde la represa Madden hasta quebrada López, a un costo de 215 millones de dólares. La obra deberá estar concluida entre mayo y abril de 2009.