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Un nuevo orden

martes 30 de septiembre de 2008, 17:17h
Corren malos tiempos para todos. La crisis asusta a los poderosos y paraliza a los menos agraciados por la diosa fortuna: aunque tengan menos que perder, lo suyo es mucho más grave; es cuestión de supervivencia. Pasan los días, los bancos centrales continúan realizando aportaciones millonarias de cantidades astronómicas a entidades financieras privadas –ya he perdido la costumbre de trasladar los euros a pesetas; pasado cierto número de ceros, el asunto marea- en un intento por frenar la bola de nieve, que sin embargo parece continuar creciendo. Mientras todos temblamos por nuestros –escasos- ahorros, y por nuestros –cada vez más inseguros- puestos de trabajo, las nubes negras continúan concentrándose sobre nuestras cabezas.

Ya hay anuncios de subidas de impuestos, seguramente mayores de los que experimentarán nuestros sueldos cuando llegue el mes de enero. Los precios continúan subiendo, o se mantienen, pero arriba. Hay recortes de plantilla en muchas empresas, anuncios de expedientes de regulación de empleo en otras, y advertencias –que suenan a amenazas- en un sinnúmero a la hora de renegociar convenios o plantear subidas salariales para el próximo año.

La escasez de liquidez ha llegado incluso hasta las administraciones: el Estado anuncia un déficit de 10.000 millones de euros en julio, que en septiembre son ya 15.000 millones. Y el Ayuntamiento de Madrid ha decidido paralizar el inicio de obra nueva hasta que se aclaren sus cuentas. Un panorama desolador.

Lo único bueno que plantea la crisis es esa frase tan escuchada en estos días: tras ella, surgirá un nuevo orden, otro modo de hacer economía, un método de funcionamiento del mercado diferente. ¿Significará esto que, tras años de perseguir el beneficio inmediato y cada vez mayor, volveremos a la cultura del esfuerzo, del trabajo y del sacrificio? Qué pena que para aprender esta lección, deban ser las sufridas clases medias y las aún más sufridas bajas las que paguen en sus carnes las osadías de la ingeniería financiera y la avaricia de algunos.
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