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Washington trata desesperadamente de tranquilizar a los mercados

Estados Unidos pide tener paciencia en un nuevo lunes negro

Estados Unidos pide tener paciencia en un nuevo lunes negro

martes 07 de octubre de 2008, 01:32h
Las autoridades de EE.UU. se esforzaron por tranquilizar a los mercados con llamadas a la calma y paciencia para que el plan de rescate aprobado el viernes, por valor de 700.000 millones de dólares, pueda generar los esperados resultados.

El presidente George W. Bush reconoció que el paquete de medidas "tardará aún un tiempo" en surtir efecto, dado que la estrategia del plan es "liberar el crédito, que el dinero se vuelva a mover, y eso -según advirtió a la prensa desde San Antonio (Texas)- va a tardar".

En una iniciativa para dar seguridad a los mercados y poner en marcha cuanto antes el plan de rescate, el Gobierno nombró a Neel Kashkari, secretario para Economía y Desarrollo Internacional del Tesoro y ex ejecutivo del banco Goldman Sachs, responsable del programa con el que pretende sanear los mercados.

Nadie en Washington duda de que la crisis del sistema financiero de EE.UU. es severa pese al paquete de rescate como contramedida y así lo expresaron también los asesores económicos de la Casa Blanca.

El Grupo de Trabajo Presidencial para los Mercados Financieros, integrado por el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, admitió que la situación aún es grave, pero prometió moverse con la mayor rapidez posible.

En paralelo, la Fed anunció que aumentará un mecanismo para sus préstamos a los bancos, como parte de las medidas para tratar de atajar la crisis financiera, e inyectó 25.000 millones de dólares más al sistema monetario a través de su banco de Nueva York.

Pero todos los intentos de tranquilizar a los inversores y los mensajes de calma fueron en vano y tampoco ayudó la opinión generalizada de que EE.UU. sufre ya o está cerca de una recesión.

La mayoría de los economistas de la Asociación Nacional de Economía Empresarial (NABE por su sigla en inglés) advirtió de que "si las condiciones financieras no mejoran rápidamente, las perspectivas a corto plazo podrían deteriorarse de forma notoria".

En este contexto, la media de las predicciones de los 48 economistas de NABE apunta a un crecimiento del 1% del Producto Interior Bruto (PIB) en EE.UU. en el tercer trimestre de este año.

En medio de esta incertidumbre, la Bolsa de Nueva York sucumbió al pánico generalizado y al temor de que el paquete de rescate no será efectivo, y, arrastrada por los mercados europeos, vivió otra jornada dramática, con pérdidas de hasta 800 puntos (-7,75%) en el índice Dow Jones de Industriales.

Los llamamientos a la calma por parte de las autoridades de EE.UU. solo sirvieron para que Wall Street amortiguara su descenso desde los mínimos que había tocado durante la sesión.

La Bolsa de Nueva York cerró finalmente con una caída de 363,35 puntos (3,52%) para situarse por debajo de la mítica barrera de las 10.000 unidades, algo que no ocurría desde octubre de 2004.

Ante las primeras víctimas de la crisis financiera en otras partes del mundo, prácticamente la totalidad de los mercados europeos registró las mayores caídas de los últimos años, en un efecto dominó que adquirió tintes dramáticos en algunos momentos.

Ante esta situación, el presidente del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick, abogó por una respuesta global a la crisis financiera internacional y pidió reestructurar el grupo de los siete países más industrializados (G-7: EE.UU., Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).
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