El periodismo como espectáculo

martes 28 de octubre de 2008, 16:08h

Lamentable espectáculo el que a veces dan los periodistas, empeñados en batallas políticas como si su obligación fuese la de seguir dictados de partidos o, más bien, cumplir su rol de 'guindas' que siempre defienden, sin variación, una u otra posturas extremadas. Hay programas televisivos -y alguno radiofónico- que hacen de la lucha a muerte entre periodistas más o menos conocidos, de ideologías radicalizadas al extremo, el caldo de cultivo de unos ‘shares’ a la lumbre del griterío, el insulto, la descalificación, la sal gorda. Y hay periodistas especializados en obtener buenos réditos protagonizando gritos, insultos, improperios y burdas simplificaciones de la realidad.

Lo del programa llamado La Noria empieza a ser ya de aurora boreal. Lo que ocurrió el pasado sábado, cuando periodistas de larga trayectoria, con muchos trienios y algunos méritos a sus espaldas, se acuchillaron sin piedad, aludiendo a pasados más o menos contradictorios que contrastan con el presente (que si uno fue del Opus Dei, que si la otra es una “fascista”…), resultó un espectáculo lamentable para quienes creen en el diálogo, la información contrastada y el debate con argumentos. Afortunadamente, cada uno en su formato -en ocasiones difícil de compartir, como ese 59 segundos que dificulta un razonamiento elaborado-, la mayor parte de las tertulias y programas de debate periodístico sigue discurriendo por los cauces razonables y constructivos que son de desear. No es, por señalar un ejemplo sangrante, el caso de La Noria, que busca constantemente el escándalo para acaparar un punto de audiencia.

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