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La fiesta de la embajada norteamericana

Caretas, poco PP y un 'vamos a ganar' socialista

Caretas, poco PP y un "vamos a ganar" socialista

miércoles 05 de noviembre de 2008, 01:05h
Que Obama ganaba las elecciones se notaba hasta en el rostro del embajador norteamericano saliente, Eduardo Aguirre. La Casa de América, donde se celebraba la noche electoral oficial, era un hervidero de socialistas –Leire Pajín, Elena Valenciano, Juan Fernando López Aguilar, la ministra Magdalena Alvarez, José Bono, etc--, con muy pocos aditamentos del PP –vimos a Esteban González Pons, muy asediado por las cámaras--, muchísimos periodistas y curiosos de varia condición.
Cuando llegamos, poco antes de la medianoche, la fiesta republicana, en el Hard Rock Café, había terminado: era más bien un velatorio. En cambio, a medio kilómetro de allí, en el Círculo de Bellas Artes, miles de personas se congregaban en una larga e incómoda cola para festejar por anticipado, abigarrados, la victoria demócrata. Nadie creía ya, a esas horas de la noche, en una posible victoria de McCain.

Pero volvamos a la Casa de América, donde el embajador Aguirre repetía lo mismo que sus colegas all over the World: que, en cualquier caso, iba a ganar un senador, y también la democracia. Punto. Eran las instrucciones llegadas del Departamento de Estado. Y el nuevo agregado de Cultura, Educación y Prensa, Thomas R.Genton, acompañado por la inolvidable Ica del Real, recién llegada de Washington. El presidente de la Cámara de Comercio hispano-norteamericana, Jaime Malet, pululaba por allí como Jaime por su casa. Multitud de caras conocidas, de toda la vida (Donato Fuejo, Raúl Morodo) y de nuevo cuño. Aquello parecía, más que unas elecciones en los Estados Unidos, una noche electoral de duelo entre Zapatero y Rajoy, aunque ambos seguían el recuento desde sus sillones, uno en La Moncloa, el otro presumiblemente en la sede de Génova. “Ya hemos ganado”, dijo, a mi lado, un socialista de esos dispuestos a atribuirse la victoria ajena sin ver la viga en el ojo propio.

Noche larga, pero sin demasiadas incógnitas. Yo solamente conozco a una persona que se atreviese a pronosticar una victoria republicana: Francisco Marhuenda, el director de La Razón, que esa noche andaba de fiestón de aniversario (el décimo), con la presencia, en las instalaciones del periódico, del mismísimo Rey, de Zapatero, de la vicepresidenta Fernández de la Vega, de Rajoy, de medio Madrid.

Menuda noche de festejos para los que gustan de ir de sitio en sitio, viendo y siendo vistos; las cuatro mil personas -como mucho- que, en Madrid, atesoran cartones de invitación. Y, a todo esto, la muy simpática Elena Valenciano, que es quizá la ‘número tres’ del PSOE, se retrataba en la Casa de América, muerta de risa, junto a una careta de Sarah Palin, el icono de la derrota. Pocas mujeres tan opuestas como la una y la otra. Nuestro ‘hombre de la imagen’, Alex Hurtado, captó el momento.

Ahora, esta mañana, tocan los análisis. Anoche fue la hora de las retransmisiones y las tertulias en televisión, de los agobios en los locales de los partidos, de las cervezas en vaso de plástico, calentitas, de los sándwiches –en la Casa de América, junto a la papeleta del voto inútil (ganó, claro, Obama), te daban un vale para un tentempié, sobrio como la vida en tiempos de crisis misma--. He asistido a gran número de noches electorales americanas; nunca he percibido tanta sensación de que empezaba una nueva era.


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