AFUERA. Pilar Manjón adoctrina a una compañera justo a la puerta de la Sala. “Ahí dentro no se llora. Si te encuentras mal te sales y vas al baño para darte agua en los ojos. Pero ahí dentro no se llora”. Su interlocutora dice haber entendido y la tranquiliza: se ha tomado la “pastillita” antes de acudir a la Casa de Campo. No habrá problemas. Solo a unos metros, el marroquí Brahim Moussaten, al que algunas mujeres periodistas que siguen la vista llaman “Farruquito”, por su juventud y su aire agitanado, mira para otro lado mientras escucha en silencio las explicaciones de su abogado.
ADENTRO. Dentro de la pecera de los detenidos, El Egipcio ha logrado sentarse en el centro en el banco del medio. Muy cerca de él se colocan El Haski y Belhad, los considerados como él, por la acusación, ideólogos de la salvajada del 11M. Concentrado en la traducción que le llega por los cascos, El Egipcio da su asentimiento a la perorata que lanza en su declaración Basel Ghalyoun. El acusado utiliza al tiempo que habla un montón de papeles del sumario para contestar a la fiscal. Condescendiente, el presidente Javier Gómez Bermúdez permite esta forma de comparecer de Basel y lo justifica: “la justicia – sentencia- no va a sufrir por ello”. Hay carcajadas en la pecera cuando Bouchar declara que es un analfabeto en el uso de internet y que poco antes del 11M trabajaba como albañil para un medio de comunicación, Tele 5. Pero, un respeto, que aquí el megamediático de la cuerda de presos es Rafá Zohuier aunque hoy, después de los numeritos que intentó la semana pasada, estaba como apartado en una esquina de la primera fila con la nariz casi pegada al cristal. El garganta profunda de “El Mundo” y del diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo parece aislado dentro de la pecera.