Hacerse un hueco a codazos

De pronto sus cosas, la de los políticos, ennegrecen el panorama de la Asamblea de Madrid. Se provocan choques innecesarios que no persiguen la lucha de las ideas y la exposición de alternativas que compitan con las del contrario sino que buscan fines espurios relacionados no con el enriquecimiento de la actividad política y parlamentaria si no con intereses particulares  y aspiraciones partidistas.

Todo tiene que ver con  la necesidad del secretario general del PSM, Tomás Gómez,  de hacerse un hueco en el tablero político de la Comunidad de Madrid y con la visión cortoplacista del PP a la hora de mostrar su obsesión de  arrinconar a la oposición.

El líder del PSM, que pretende que le vean como jefe único de  la oposición a las políticas del Gobierno presidido por Esperanza Aguirre, llegó, vio y venció, rápidamente dentro de su partido; luego, con un sentido común destacable, dejó la Alcaldía de Parla, que le había catapultado a la alta política, para centrarse en su gran sueño: presidir la Comunidad de Madrid. Conseguido todo el poder del PSM y la estima de sus mayores -situados en los mejores despachos del Palacio de La Moncloa y de la sede socialista de la calle Ferraz-, sólo le quedaba hacerse un hueco, pero no se esperaba que fuera a codazos.

La Asamblea de Madrid, campo de juego de la política regional, no le atiende ni le recibe más que como invitado, aunque sea de lujo. No es diputado y no quiere ser invitado de piedra en ningún lugar de decisión importante, por eso apostó por tomar la calle del medio, convencido de haber descubierto la pólvora de la estrategia  política. Si la Asamblea no busca a Tomás, Gómez va a su encuentro y se instala en ella.

Sus primeras ruedas de prensa en la Cámara regional provocaron mosqueos del portavoz del PP, David Pérez, quien en varias ocasiones criticó su presencia en actos en los que la portavoz socialista, Maru Menéndez, queda relegada a presentadora del jefe supremo. Sus aspavientos contra Tomás Gómez no eran comprensibles hace semanas y ahora tampoco lo son después de que la Comisión Ejecutiva Regional del PSM se reuniera usando triquiñuelas en la sede parlamentaria de Vallecas.

David se enzarzó en la apropiación por parte de los socialistas de despachos parlamentarios para tareas políticas de partido, dando la sensación de que la consideración del Parlamento autonómico como la casa de todos los madrileños sólo es una consigna barata y falsa. ¡Ojalá una mayoría de los ciudadanos conociesen dónde está la Asamblea y para qué sirve! Para ellos lo  importante no es que esta institución sea apreciada por la ciudadanía, sino que los medios de comunicación contribuyan a ampliar el nivel de conocimiento e influencia de Tomás Gómez, quien si hubiera hecho las cosas de otra forma podría haber conseguido, al menos, lo mismo y algo más destacado: popularizar el Legislativo, en vez de a sí mismo.

El PP erró el tiro al dar una imagen más cerrada que abierta de su posición sobre el uso que se puede dar a la Asamblea. El error del PSM,  pedir una sala para una reunión del Grupo Socialista  y celebrar después una de su Ejecutiva, porque podía haber solicitado un encuentro de sus diputados con la dirección de su formación sin dar más explicaciones. El PP tendría que haber callado y quizá habría animado a los grupos parlamentarios a programar encuentros regulares con asociaciones, vecinos, sindicatos, partidos, entidades deportivas, culturales y musicales, con el único fin de que sus  visitantes sean los mejores propagandistas de la institución en la que se decide sobre las cuestiones que más nos afectan en materia de sanidad, educación, impuestos, ayuda al desarrollo, discapacidad, servicios sociales para mayores, niños y menesterosos de todas las edades.

Llegar a codazos esperando que la derecha saque su genio más desbordado ante los empujones no es ni una táctica ni una estrategia; sólo es un juego de niños protagonizado por mayores que se creen responsables.

Nino Olmeda