En declaraciones a los medios de comunicación desde la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid),
donde recibió a un grupo de españoles procedentes de Bombay (India), el ministro señaló que el embajador de España en Kenia,
Nicolás Martín Cinto, ha estado este viernes de nuevo en contacto con el primer ministro y el ministro del Interior de la región de Putlandia (donde se produjo el secuestro) así como con "
notables de la región".
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Pero todavía no ha habido una puesta en comunicación con los secuestradores, no se han manifestado por el momento", indicó el jefe de la Diplomacia española, que reconoció que el trabajo que está desplegando el Ejecutivo español es una labor "
de inteligencia, de ver cuáles son las posibilidades, las razones".
El ministro indicó que no podía "
ir más lejos" porque carecía de
"más información al respecto", pero aseguró que el caso de Cendón, secuestrado el miércoles junto a un periodista británico, "
sigue constituyendo una de las prioridades urgentes" de su departamento.
Moratinos recordó que el Gobierno trabaja en este caso en colaboración con las autoridades británicas y con el propio 'Daily Telegraph', el periódico que había contratado a Cendón para que elaborase un reportaje concreto sobre la piratería en Somalia.
Estrechan el cerco
Las autoridades somalíes precisaron que el grupo que mantiene retenidos al fotógrafo español
José Cendón y al periodista británico
Colin Freeman se encuentra a unos 30 kilómetros al este de la localidad de Bossaso. Esta información coincide con la que maneja la diplomacia española, que cree que los secuestradores pueden tener retenido al fotógrafo en las cuevas de una montaña de difícil acceso a unos 15 ó 20 kilómetros de la ciudad donde fue raptado.
Dos versiones sobre el secuestro
La falta de un gobierno estable en Somalia está dificultando la obtención de información sobre las circunstancias del secuestro del fotógrafo. Las fuentes consultadas indicaron no tener confirmación de cómo ocurrieron los hechos, aunque admitieron que circulan dos versiones. La primera, que fueron los intérpretes, y una segunda, que apunta al equipo de seguridad que habían contratado los occidentales como el que habría podido engañar a los periodistas y a sus intérpretes.