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Renuncia todo el Gobierno

Escándalo político en Bélgica

Escándalo político en Bélgica

sábado 20 de diciembre de 2008, 12:40h
Bélgica se hundió ayer en una nueva crisis política tras la dimisión en pleno del Gobierno, acusado de haber presionado al poder judicial para evitar que paralizara la división y venta de Fortis, el primer grupo bancario y de seguros del país.

Tras recibir en audiencia al primer ministro, Yves Leterme, el Rey Alberto II inició consultas con los principales dirigentes políticos del país, dejando en suspenso su decisión.

La caída del Ejecutivo, liderado por Leterme, se vio precipitada al trascender las presiones contra los jueces que debían pronunciarse sobre la denuncia de un grupo de accionistas de Fortis, que exigían ser consultados sobre la separación del grupo.

Según reconoció el propio Leterme, su jefe de gabinete mantuvo contactos con el marido de una de las magistradas -que no llegó a firmar la sentencia, al encontrarse enferma-, aunque el primer ministro insiste en que, en ningún caso, se trató de influir u obstaculizar el procedimiento judicial.

Ayer, el Tribunal de Casación belga, la más alta instancia judicial del país, emitió un informe en el que señala que, aunque no hay pruebas concretas que demuestren una intervención, existen "indicios serios" de presiones desde el Gobierno al poder judicial.

Tras conocerse el informe, el primero en presentar su renuncia fue el titular de Justicia, Jo Vandeurzen, al que le siguió después todo el Gobierno en pleno. Leterme ya ofreció en julio pasado su dimisión al Rey, ante las dificultades para sacar adelante la reforma institucional prometida por los partidos flamencos, pero Alberto II no la aceptó.

El político democristiano flamenco, vencedor de las elecciones legislativas de junio de 2007, tuvo muchos problemas para formar un Gobierno por la resistencia de los partidos francófonos a aceptar las exigencias de los flamencos de más descentralización administrativa.

Leterme llegó a renunciar dos veces en el intento de lograr una coalición de Gobierno y sólo lo logró tras nueve meses de negociaciones. La precariedad era la principal característica de una coalición muy amplia, formada por cinco partidos, los democristianos y liberales flamencos y francófonos, y los socialistas francófonos.

A los problemas para conciliar posturas muy alejadas en torno a cuál debe ser la estructura institucional de Bélgica -donde conviven tres comunidades lingüísticas, flamenca, francófona y germanófona-, se sumaron en los últimos meses las consecuencias de la crisis financiera internacional y la desaceleración económica.

Fortis, la entidad más importante del país y el principal empleador privado, se convirtió en el primer gran banco europeo víctima de las turbulencias financieras y sólo una intervención coordinada a finales de septiembre de los Gobiernos belga, holandés y luxemburgués le salvó de la quiebra.
Tras la nacionalización parcial del grupo por los tres gobiernos del Benelux, el Estado holandés decidió adquirir a principios de octubre todo el negocio en Holanda.

Por su parte, los Gobiernos belga y luxemburgués nacionalizaron el resto de Fortis y acordaron vender al banco francés BNP Paribas el grueso del negocio bancario en Bélgica y Luxemburgo, y los seguros en Bélgica.
Pero los accionistas del grupo, al ver cómo sus acciones pasaban a no valer casi nada y descontentos por no haber sido consultados, recurrieron a los tribunales.

Tras una primera sentencia que dictaminó que la venta de los activos a BNP no fue irregular, un tribunal de apelación ordenó la paralización de esa operación, así como de todas las decisiones adoptadas en octubre, hasta que no se pronuncien los accionistas.

El grupo debe convocar una asamblea de accionistas con ese objetivo antes del próximo 12 de febrero.

Cuarta renuncia

El primer ministro belga, Yves Leterme, volvió a demostrar ayer su inclinación a los golpes de efecto, al presentar al Rey por cuarta vez su renuncia a liderar el Gobierno, en esta ocasión junto a todos sus ministros.
El político democristiano flamenco, que salió vencedor de las elecciones legislativas de junio de 2007, necesitó nueve meses para formar una coalición y, en ese periodo, llegó a arrojar dos veces la toalla ante las dificultades para pactar un programa de Gobierno con el apoyo suficiente.
Desde marzo, cuando fue finalmente nombrado primer ministro, ha tenido tiempo de presentar su dimisión dos veces, la primera de ellas en julio, al no poder sacar adelante la reforma institucional prometida por los partidos flamencos.
Está por ver si ayer termina la carrera a nivel nacional de un político muy popular en la región de Flandes, pero poco apreciado por la mitad francófona del país.
Leterme, de 48 años, fue presidente de Flandes desde 2004 hasta los comicios legislativos del 10 de junio de 2007, cuando su partido, el democristiano flamenco (CD&V), en coalición con el nacionalista flamenco N-VA, logró 30 de los 150 escaños de la Cámara de Diputados.
Con 800.000 votos nominales a su candidatura al Senado, él se convirtió, además, en el político más votado.
A pesar de ese apoyo, tuvo muchos problemas para cerrar un acuerdo de Gobierno, por las resistencias de los partidos francófonos a aceptar las exigencias de los flamencos de dar más competencias a las regiones.
Finalmente compuso el primer Ejecutivo asimétrico de la historia del país, con dos partidos flamencos (democristiano y liberal) y tres francófonos (democristiano, liberal y socialista).

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