Nace una estrella, pero...

Arropado por el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva, Raúl Castro se convirtió en la estrella debutante de la cumbre que sesionó esta semana en Brasil con la aprobación de una resolución contra el embargo de Estados Unidos a Cuba.

Allí se solicitó a Washington que levante las medidas adoptadas por la administración Bush para endurecer la medida.

Además de ‘moverse’ para lograr una nueva condena contra el bloqueo, el presidente cubano aprovechó el maratón de cumbres -cuatro en dos días- convocadas en el balneario de Costa do Sauípe para presentarse en sociedad ante sus pares latinoamericanos.

Según se vio en televisión, Raúl ha cambiado su uniforme verde olivo por elegantes trajes y cómodas guayaberas, y ha roto el silencio que acostumbra mantener en La Habana.

Los 20 presidentes y primeros ministros, y los representantes de los restantes 13 países de la región aprobaron también un comunicado sobre la “Cuestión de las Islas Malvinas”, instando a Gran Bretaña a “reanudar cuanto antes las negociaciones” sobre la soberanía de ese archipiélago austral.
 
Cosa rara, a la cita que giró hacia la izquierda como es la moda por estos lares,  le faltó incluir en la pauta la independencia de Guyana Francesa y de Puerto Rico para confirmar su clima anticolonial.

¿Por qué? Ni los mismos asistentes lo saben. Lo importante era hacerse notar, dar el espaldarazo a Cuba “nuestra guía” como dijo Evo Morales, posar para los fotógrafos y repetir el mismo estribillo de siempre. O sea, nada productivo en realidad.