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El tópico del 2009 horribilis

El tópico del 2009 horribilis

domingo 28 de diciembre de 2008, 14:51h
Tampoco es imprescindible sumarse al carro de los desesperados ante el año que comienza esta semana. Cierto que habrá serias dificultades  –ya verán, ya, las predicciones que van a menudear estos días--, pero también es verdad que algunas lecciones y conclusiones positivas habrán de sacarse ante los nuevos modelos económicos que se deberán aplicar en el futuro. Puede que haya que posicionarse ante la nueva era, porque sin duda entramos en una nueva era, con más esperanza, cauta esperanza, que pesimismo. Y con la certeza de que los ciclos indican, indefectiblemente, que las burbujas de las ilusiones sin demasiada base acaban pinchándose. Siempre.

Pero es cierto que los problemas, que tampoco son nuevos, se acumulan: en el plano nacional, desde la financiación autonómica, a la que Zapatero ha prometido dar respuesta acaso esta misma semana, hasta las tres convocatorias electorales que se plantean en 2009 como un reto a las fuerzas políticas y al vigor de muchos planteamientos asentados. Porque en el País Vasco, donde habrá elecciones en marzo, podría llegar a hacer crisis el modelo hasta ahora vigente y, con fórmulas radicalmente nuevas en Ajuria Enea, iniciarse de manera efectiva el fin de esa pesadilla de cuatro décadas llamada ETA. No me digan que no sería esa una noticia realmente buena. En Galicia y en las elecciones europeas acaso pueda comenzar la recuperación del principal partido de la oposición y de su líder, Mariano Rajoy, quien, de lo contrario, habrá de afrontar tiempos tormentosos. Pero, desde luego, ningún resultado está claro en estos momentos: casi todo puede suceder.
 
El hecho de que, casi inevitablemente, Zapatero vaya a tener que afrontar, más pronto que tarde, una remodelación de su elenco ministerial tampoco deja de parecerme una noticia alentadora. La verdad es que, haga o no una crisis su presidente, el gobierno actual tiene abiertos algunos boquetes importantes por los que entra agua a raudales. Y no será con vagas promesas de recuperación económica, en plazos que varían según el momento en el que se hagan las declaraciones, o asegurando que la fórmula de financiación para todos va a acabar con el mal momento por el que pasa el estado de las autonomías, como se reparen las averías. Hay que cambiar a una parte de la tripulación, y Zapatero lo sabe bien, aunque resultó curioso que ningún periodista le interrogase, en la rueda de prensa de final de curso político del pasado viernes, acerca de si no siente la necesidad de deshacerse de algún/a ministro/a. Quizá sea porque las respuestas-del-hombre-siempre-seguro-de-sí-mismo son siempre parecidas: no se cansen ustedes tratando de hacer quinielas de ministrables y de salientes, porque eso, ahora, no toca.

Pero ya verán cómo tocará dentro de no muchos meses. Y eso, para mí, hay que apuntarlo en la columna de los datos positivos. Como positivo es, me parece, que los problemas políticos latentes –desde la situación de conflicto con los jueces hasta la necesidad, quiérase o no, de proceder a reformas en la Constitución, pasando por la renovación del Tribunal Constitucional—hayan de encararse forzosamente a lo largo de un año en el que muchos temas deben, inaplazablemente, solucionarse de una vez.

Toda crisis trae aparejada una oportunidad para mejorar las cosas, aunque, ciertamente, muchos pagarán –pagaremos—el pato durante un tiempo. Y creo que ese prudente optimismo a medio plazo debería extenderse al ámbito internacional. Al fin y al cabo, desaparecido del mapa el terrible Bush, el mundo buscará caminos alternativos, con un nuevo e ilusionante inquilino en la Casa Blanca, ya en el primer trimestre de este año, y ahí, en ese grupo que busca la sucesión del agotado pacto de Bretton Woods, estará con toda probabilidad España. 

Sí, me niego a figurar entre quienes envían estos días deseos de prosperidad para 2010 “porque 2009 ya está perdido”, según rezan algunos SMS que recibimos en las últimas horas. Me niego a perder la esperanza en que los próximos, irreemplazables, doce meses, sean, al fin y al cabo,un período alentador en nuestras vidas. Adios, 2008, bienvenido 2009, por qué no…
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