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La credibilidad de Zapatero

miércoles 28 de enero de 2009, 12:53h
   La credibilidad es un valor intangible que se gana o se pierde en función de la conducta o las palabras. En política es un bien escaso y, por lo mismo, apreciado por los ciudadanos. Como concepto, suele utilizarse para tratar de medir el éxito o el fracaso de las intervenciones públicas de los políticos. Por ejemplo cuando salen en la televisión. Así ha ocurrido con la ultima del presidente Rodríguez Zapatero. Según cuentan en los aledaños de la La Moncloa, tras someterse a las preguntas de una veintena larga de personas no especializadas en las técnicas del periodismo, el presidente abandonó satisfecho el plató. Una encuesta  realizada sobre la marcha refiere que tres cuartas partes de la audiencia masiva que tuvo el programa (más de seis millones de telespectadores) se habrían declarado  satisfechos con las respuestas de Zapatero a las preguntas que le formularon. "Convenció a la  mayor parte de la audiencia", sería la conclusión que apareja semejante resultado.

    Así las cosas y teniendo en cuenta que el señor presidente no dijo la verdad al asegurar que hasta después del pasado mes de septiembre nadie había alertado acerca de la magnitud de la crisis económica (olvidó el debate electoral Solbes-Pizarro, mes de marzo), o que él, nunca había prometido pleno empleo (olvidó su intervención en el mitin socialista de la cuenca minera de Rodiezmo, a la vuelta del verano), cabe preguntarse por el fenómeno de sugestión que hay detrás del resultado que proclama la mencionada encuesta.

   Para explicarlo quizá habría que recordar al ensayista italiano Alessandro Baricco cuando afirma que la televisión transmite mal los contenidos (de un libro, de una estadística), pero transmite muy bien las emociones. Zapatero es un actor y como tal, en el plató, supo transmitir la preocupación (un sentimiento) que dice sentir por el drama que supone el caso de cada uno de los tres millones doscientos mil parados que hay hoy en España. Es mejor actor que político. Tal es el secreto de la credibilidad que todavía le reconoce un sector amplio de la gente. Sabido lo mucho que  política le debe teatro, nada ya debería sorprendernos.
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