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La dignidad según Botella

viernes 30 de enero de 2009, 19:03h
"¿A usted le gustaría que su hijo fuese hombre anuncio? Todos queremos un trabajo digno". Así argumentó en el Pleno del 30 de enero la delegada de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, Ana Botella, al concejal socialista Pedro Santín la razón por la que sigue considerando indigna la profesión de hombre anuncio, a pesar de que ha aprobado una Ordenanza de Publicidad Exterior que permite que trabajen en las calles de la ciudad, siempre que se saquen la preceptiva licencia municipal.

Gustar, lo que se dice gustar, quizás a todo el mundo le gustaría ser millonario y que sus hijos también lo fuesen. Vivir en una mansión y tener un servicio que la mantenga. No tener necesidades ni preocupaciones. No tener que montarse en el autobús o el tren y viajar con la plebe embrutecida que tiene que trabajar para vivir.

Sin embargo, en el mundo real la gente se tiene que ganar el pan. Y por mucho que no le guste a la delegada, la mayoría de los trabajos no son precisamente platos de gusto. De hecho, en muchos de ellos, más 'dignos' dentro del rasero de Botella, el trabajador menoscaba su dignidad más que los hombres anuncio para poder vivir. Sinceramente, espero que la segunda teniente de alcalde no tenga que tragarse su orgullo en un trabajo de menor lustre que el que tiene para comprobar esa verdad.

Estas declaraciones son un nuevo ejemplo de cómo un detalle deja ver las orejas al lobo. En el caso que nos atañe, por las palabras de Botella, el Ayuntamiento tolera los hombres anuncio porque no le queda más remedio. A la fuerza ahorcan. Alberto Ruiz-Gallardón anunció en la fiesta de Navidad que celebró con los periodistas que no se acabaría con estos trabajadores. En ese momento parecía el 'regalo navideño' que hacía a la ciudad. Sin embargo, la lógica a la que respondía esta decisión parece más perversa. La presión popular mandaba y esta decisión política dejaba en la calle a unos cuantos trabajadores. Acostumbrados al 'buenrollismo' que vende el alcalde a la sociedad, era lógico pensar que no iba a dejar que estos currantes dejasen de poner un plato en la mesa de sus casas. Por lo que se vio en este Pleno, otra cosa es que respete lo que estos trabajadores hacen.

Si tan mal les parece la actividad de hombre anuncio, como defiende Botella, podrían haberla eliminado en la anterior Ordenanza que realizó este equipo de Gobierno en 2005. ¿O es que entonces los hombres anuncio eran dignos? De verdad, si piensan así que eliminen a estos trabajadores, pero con todas las consecuencias. Pero no ahogándoles con una tasa por trabajar que no puedan pagar o a través de una burocracia que los mate por aburrimiento, sino porque crean que no deben estar por la calle. Tomar decisiones en política muchas veces significa tener la valentía de no quedar bien con los ciudadanos. Eso sí, si lo hacen que lo apliquen a rajatabla, incluyendo a los deportistas y otros famosos que van forrados de publicidad y con quienes nos representan no tienen ningún remilgo en hacerse fotos para ganar votos o, simplemente, para parecer más cercanos al público.

Entiendo que la delegada se equivocó en sus palabras. Pero son estas perlas dialécticas las que hacen inevitable que algunos lectores se pregunten quiénes nos gobiernan y si les gustaría que sus hijos o hijas ejercieran la política.
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