Terminó en Brasil sin pena ni gloria Foro Social Mundial

La novena reunión del Foro Social Mundial concluyó este domingo en la ciudad brasileña de Belem, con jóvenes campistas recogiendo sus tiendas, indígenas regresando a sus aldeas amazónicas en botes y los 100 mil activistas asistentes diciendo adiós al agobiante calor de esta ciudad selvática.

Luego de seis días de innumerables reuniones que debatieron una amplia gama de problemas sociales y una estridente reunión de cinco presidentes izquierdistas latinoamericanos, los participantes pasaron trabajos para detallar cuáles medidas concretas había aprobado el foro.

Sin embargo, muchos dijeron que ése era el objetivo de la reunión de la contracultura, creada como respuesta directa al Foto Económico Mundial, que se reunió esta semana en Davos, Suiza.

Caetano Filho, un estudiante brasileño de 21 años que lucía "dreadlocks" (trenzas largas y endurecidas) y no llevaba camisa, hizo dejó por un momento de enrollar su cigarrillo de marihuana para considerar el resultado del foro.

"Yo hice buenos contactos con personas de todo el mundo y este fue un buen espacio para intercambiar ideas", dijo sentado en medio de centenares de tiendas en el área de acampado. "Pienso que el mensaje enviado desde aquí tendrá una resonancia significativa, pero ciertamente no propusimos alternativas concretas a lo que están haciendo en Davos".

Para Luiz Miguel Fernández Vega, un mexicano de 28 años que completó recientemente sus estudios de relaciones internacionales, el foro actúa como una alarma social.

"Estamos resaltando cosas que las naciones desarrolladas no desean ver", dijo. "Este es un grito de esperanza desde el fondo, para decir que estamos aquí y queremos cambiar las cosas".

Mientras el encuentro concluía con reuniones finales sobre una decenas de tópicos, miles de activistas, en su mayoría jóvenes, compraron camisetas con lemas izquierdistas, se tomaron fotos con indígenas del Amazonas, y colocaron sus mochilas en carretas de madera que hombres locales halaron a pie durante dos kilómetros hasta la salida de la universidad en la que se celebraron casi todos los eventos.

Muamar Orabi, un activista palestino de 36 años y periodista de Ramalá, en Cisjordania, dijo que nunca se ha perdido un foro y que su delegación vino para promover solidaridad con la lucha de su pueblo contra Israel.