La política de
Zapatero no se atiene al orden alfabético de las cosas. Cuando menos, en el registro de satisfacción presupuestaria de la llamada "
deuda histórica". Cataluña (
Montilla) abrió el baile y ahora le toca a la Andalucía de
Manuel Chaves. Menos el País Vasco y Navarra que llevan un siglo de adelanto en el concierto, monopolizando desde las guerras charlistas el cupo de bailes, el resto de las autonomías, regiones o cómo cada uno prefiera llamarlas, están a la cola preguntando qué hay de lo suyo.

Y, ésa es la cuestión, porque sí hablamos en serio de deuda y uncimos el concepto a la Historia resulta que la ventanilla a la que habría que arrimarse para cobrar no está en Madrid (ciudad mártir, por cierto, durante la última guerra civil) y habría que buscarla en otra parte.
Por poner un ejemplo: cántabros (
Revilla), y astúres (
Areces), habrían de pasar la factura a Roma, la Roma Imperial, por aquello de las "guerras cántabras que documentó Estrabón; Galicia (
Núñez Feijóo), debería acudir a la ventanilla báltica de donde procedían los suevos; desde Aragón,
Marcelino Iglesias -en nombre de habitantes de los antiguos condados pirenaicos- tal vez debería pasar el recibo a los descendientes de los emires de Córdoba y a ellos y a los herederos del resto de la familia Omeya habría que cursar la factura a Damasco por la ocupación forzada y demás hechos de armas y acaecidos en el solar de la Monarquía Hispánica en tiempos de los visigodos. Así las cosas, el concepto de "
deuda histórica" -eufemismo político que viene siendo presentado ante la opinión pública poco menos que como un impagado de los tiempos del general Franco-incorporaría fundamento histórico. Lo otro, lo que nos estan vendiendo en los telediarios no deja de ser una historia para quienes poco o nada saben de la Historia de España.