Navarra hace urgente reformar la Constitución

Lo que está ocurriendo estos días con la polémica en torno al futuro de Navarra pone de relieve, por si fuese necesario una vez más, la urgente necesidad de proceder a una reforma constitucional. La Constitución, nacida en 1978 para salir de una situación de dictadura, sigue plenamente vigente, es, todo considerado, una Constitución integradora, pero necesitada crecientemente de retoques.

El Partido Popular (siguiendo una iniciativa del 'partido hermano' UPN) se ha apuntado a una manifestación este sábado en Navarra, en señal de protesta por los presuntos planes del Gobierno central,  que estaría maniobrando, sugieren en UPN-PP,  para facilitar la adhesión de la Comunidad foral al País Vasco, tal y como quieren los nacionalistas y, desde luego, Batasuna y ETA.

Dejando al margen la conveniencia de una manifestación 'preventiva', protestando por algo que no ha ocurrido ni seguramente vaya a ocurrir (¿existen verdaderamente proyectos secretos en el Ejecutivo de Zapatero para anexionar Navarra a Euskadi, así, sin más? Yo lo dudo), lo cierto es que en la Constitución se evidencia un 'agujero'. Un agujero por el que se podría colar esta anexión, y que la convertiría en plenamente legal.

Y este agujero se llama disposición transitoria cuarta. Que abre la puerta, referéndum entre los navarros mediante, para esta anexión. Previsoramente, el PP ha propuesto una reforma constitucional, que incluye muy sensibles aspectos del Título VIII (sobre las autonomías), reforzando la unidad del Estado, y también la derogación de esta disposición transitoria cuarta. Que no deja de ser eso: una disposición transitoria, redactada para otros momentos y para circunstancias muy diferentes.

Sería una hipótesis peligrosa la eventual celebración, a instancias del Órgano foral competente, de este referéndum en una Navarra que quizá amenazaría, me parece, con escindirse entre norte y sur antes de integrarse en bloque en Euskadi. Y, para mí, la pervivencia, casi treinta años después, de esta transitoriedad es un ejemplo más, acaso el más dramático y notorio, de la existencia de desfases en nuestra Carta Magna. Un consenso urgente entre los dos partidos mayoritarios debería poner fin a esta anomalía. Y a otras muchas existentes en la Constitución, bastantes de cuyas disposiciones se están viendo ya superadas por el paso implacable del tiempo.

Para que nuestra ley fundamental perviva en pleno vigor y efectividad durante muchos años más, hay que dejarse de gazmoñerías y de temores a 'abrir el melón'. Al fin y al cabo, un partido poco aventurero en tema de reformas legales, como el PP, en una convención específica, pidió reformas de mucho calado en el texto constitucional. Y nadie se rasgó las vestiduras, porque en el fondo de nuestra acomodaticia clase política existe la convicción de que resulta inevitable ir bastante más allá de los cinco cambios tasados que propone el actual Gobierno socialista. Y que, curiosamente, no son objeto de consenso entre PSOE y populares.

En fin, que este sábado es día de manifestaciones algo absurdas, como ya hemos dicho otras veces. Una, la de Navarra, auspiciada por el principal partido de la oposición, por lo arriba explicado. La otra, la que pide la paz, auspiciada por los socialistas, porque se enuncia como protesta contra algo que hace tres años dejó de ocurrir, la participación española en la loca guerra de Irak y la ‘fotografía de Las Azores’. Luego tenemos una movida que promueve el sindicato ‘abertzale’ LAB, quizá como contrapartida a la que auspicia el gobierno navarro. Y tenemos igualmente nada menos que al president de la Generalitat de Catalunya, el molt honorable José Montilla, animando a una ‘cacerolada’ a las puertas del PP…

¿No son capaces de imaginar una forma mejor, más constructiva, de pasar una tarde de sábado?