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Lógica ilógica

Lógica ilógica

viernes 27 de marzo de 2009, 16:32h

Cada vez que elijas a alguien fuera de la línea revolucionaria serás hostigado por la revolución

Tiempos difíciles estamos viviendo como pueblo. Nos comienza a afectar de manera directa a todos los venezolanos la crisis económica mundial, esa que en campaña electoral el propio Presidente aseveró que no nos alcanzaría. Nos toca vivirla, en medio de una división y pugnacidad política muy dura, junto al intento de avance revolucionario que pretende desconocer la voluntad popular expresada en las elecciones del 23N, que busca también desconocer los innegables logros de la descentralización y a cualquier precio y bajo cualquier método ha emprendido acciones recentralizadoras de gravísimas consecuencias.

¿Torpeza política o acciones realizadas a plena conciencia? ¿Qué las mueve? A cualquier observador racional puede parecerle una torpeza desmedida el que, justo cuando llega la época de las vacas flacas, el gobierno central haya decidido asumir más y más competencias que estaban en manos de las administraciones regionales o locales.

Justamente fue la crisis económica producida por circunstancias anteriores la que hizo que se comenzara a desconcentrar el poder y que se eligiera más tarde por el voto popular a gobernadores y alcaldes, dándoles competencias directas para la resolución de los problemas de la gente. Parece lógico y racional que tenemos razón quienes pensamos que constituye una torpeza política involucionar hacia la recentralización del país justo cuando los efectos del la crisis económica mundial hacen daño (y mucho) a la economía del país. Reducción de ingresos petroleros de manera abrupta, prácticamente la única fuente de ingresos del país, obligarían a realizar recortes presupuestarios más allá de los gastos suntuarios a los que ya se acostumbró la boliburguesía.

Con recursos escasos, ¿qué sentido tiene asumir más y más competencias si las posibilidades de atenderlas eficientemente se reducen en la misma proporción de la disminución de ingresos? En adición está el pesado paquidermo estructural en el que se ha convertido la administración central, que sólo da respuesta mediante los programas sociales a una parte de la población y mantiene en abandono a otra parte muy importante que es atendida por gobernaciones y alcaldías.

Mas la lógica revolucionaria (si es que puede llamársele lógica) no se rige por las reglas de ese raciocinio, sino por una serie de dogmas, repetidos como consignas, adobados con viejos resentimientos y facturas acumuladas por cobrar (aunque ya sean impagables), que estructuran un pensamiento controlador y castrador de todo aquello que no esté plegado a la revolución. El adversario es enemigo. Hay que aplastarlo a como dé lugar y a cualquier costo porque peligra la existencia misma de la revolución. Nadie puede ser más exitoso que los revolucionarios y su máximo líder. El pueblo debe sentir que la revolución es el templo y es al líder revolucionario el único al que deben su existencia y la esperanza de conseguir por su intermedio un nivel de vida superior al que tiene.

Si las reglas de la democracia funcionan para apalancar la revolución, se usan cuantas veces sean necesarias. Pero si no dieron resultado y el adversario (para ellos enemigo) los venció con esas reglas, se ejerce el poder de manera abusiva e ilimitada y se cambian las reglas para debilitarlo; se le colocan todos los obstáculos para impedir que tenga éxito y hasta se le persigue y trata de acorralársele para anularlo ante el pueblo que lo eligió. Señales claras para el pueblo que no votó por la revolución, que ejerció su voto libre y conscientemente: cada vez que elijas a alguien fuera de la línea revolucionaria serás hostigado por la revolución, perderás tu voto.

Aquella frase, tantas veces repetida: "Dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada" tuvo vigencia mientras la revolución se asentaba en el poder. Una vez logrado ese objetivo, descubrimos que la frase real era "dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada". Si hay que violar la Constitución por la revolución, pues se viola.

Cada día le resulta más y más difícil a la revolución mantenerse dentro de los postulados democráticos, porque chocan con su objetivo fundamental: establecer un Estado todopoderoso que ejerza a través de un solo líder de manera inveterada la hegemonía del poder.

Pero nadie ha votado para eso en nuestro país. Los resortes democráticos han impedido mayores avances y la revolución se disfraza de democrática, lo cual se constituye en su principal debilidad. La crisis económica y política seguirá desarrollándose y profundizándose para desgracia de todos. Pero tendrá un fin, pues la revolución centralista no podrá satisfacer las necesidades de las grandes mayorías y mientras priorizan la agenda controladora en lo político, no tendrá capacidad ni administrativa ni financiera para sacar adelante la agenda social.

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