Ojo con Quito

La historia quiteña es pródiga en luchas cívicas que los actores políticos omnibulados con el poder no saben interpretar. La quiteñidad es un sentimiento colectivo que no se limita a los nacidos en estas comarcas sino que se apoya y crece por la fe que asumen quienes vienen de otros lares. Quito derrocó recientemente a tres gobiernos; algunos con muy importante popularidad, pero confundieron tolerancia con resignación.

Sin razones aparentes ni causas justificadas se dan estas especiales eclosiones de quiteñidad que en pocos días provocan la caída y huida de los gobiernistas de turno. Quienes no se han integrado a esta sociedad no entienden ni respetan los iconos que facilitaron nuestro  progreso como el caso de la Mutualista Benalcázar, que permitió durante décadas acceder a la vivienda cuando tenerla era un privilegio sólo de las clases dominantes.

En una maratónica audiencia se demostró que jamás debieron liquidarla y que sus activos le permitían  sobrevivir, pero gracias a una conspiración de foráneos —cuando momentáneamente perdieron su  liquidez, no su solvencia—, se procedió contra toda lógica a su cierre, cuando a otra institución le dieron un plazo de 60 días.
 
Somos la ciudad que más afiliados al IESS tiene, igual con mayor número de jubilados. Desvalijar al IESS es hipotecar su futuro. Igual con  las persecuciones, con  la prepotencia y abuso del poder, con las manifestaciones de petulancia y grandeza, con los insultos y descalificaciones.

Urge un cambio, porque se pueden despertar con una nueva reacción de quiteñidad y caerse sorprendidos con la reacción de las masas silenciosas.