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Obama en México

Obama en México

miércoles 15 de abril de 2009, 00:09h

Esta semana, antes de la Cumbre de Trinidad y Tobago, el presidente de los EEUU, Barack Obama, visitará México para tratar con su homólogo mexicano, Felipe Calderón, el problema de la violencia organizada y del narcotráfico, la narcoviolencia, que afecta a los dos países. México requiere más que declaraciones de apoyo, necesarias pero insuficientes si se quiere atacar el problema de fondo, e incluso más que fondos y la movilización de los federales a la frontera común. Lo que está en juego es el reconocimiento por parte de Washington de que no se trata fundamentalmente de "ayudar" a un país vecino en su lucha sino de reconocer las propias culpas en lo que está pasando, concretamente su responsabilidad como país consumidor de droga.

 No se trata, por supuesto, de recaer en el "estilo bolivariano" de echarle la culpa de todos los males a los EEUU como acaba de hacerlo, por ejemplo, Evo Morales en su huelga de hambre, acusando, para variar, a la derecha boliviana y al país del norte de lo que pueda pasarle. De lo que se trata más bien es de una lucha estratégicamente planeada donde los dos países afectados actúen coordinadamente. Centrar el problema exclusivamente en los países productores de droga es no querer afrontarlo.

Diplomáticamente fue lo que planteó el domingo pasado en el programa Face The Nacion de la CBS, el embajador mexicano en Washington, José Sarukhán, que "acabar con el flujo de armas y de dinero proveniente de los EEUU es la clave para combatir los carteles de droga en su país" de acuerdo al reportaje de Douglas K. Daniel, de Associated Press. No muros fronterizos ni tropas de la Guardia Nacional.

Hay buenas expectativas de que, el próximo jueves 16, Obama reconozca la responsabilidad de los EEUU como país consumidor de droga y a la vez proveedor del 90% de las armas que utilizan los narcotraficantes mexicanos. Este reconocimiento y las consecuencias que se deriven de él serían más importantes que todas las acciones unilaterales que hasta ahora se han llevado en contra de la producción y circulación de la droga en los países latinoamericanos. No se trata de que México o Colombia pongan los muertos, sino de que se golpee significativamente los millonarios ingresos por el consumo de droga en los países consumidores.

La secretaria de Estado, Hilary Clinton, en su visita a México el mes pasado, dio muestras de que Washington está queriendo ir más allá de lo que ha sido su política tradicional antidrogas en América Latina. Igual, el presidente Obama, cuando comparó al presidente Calderón con Elliot Ness, también en el programa Face The Nation: "Él (se refiere a Calderón) está encarándolos de la misma manera que Elliot Ness enfrentó a Al Capone durante la época de la prohibición. Con frecuencia eso causa más violencia, y estamos viendo que eso está aflorando". Las declaraciones del embajador Sarukhán constituyen un buen antecedente a la visita del presidente Obama y ojalá un buen augurio del cambio de visión de Washington con respecto al problema de las drogas y la violencia en América Latina. Si es así, Obama estaría inaugurando una nueva era en las relaciones con nuestra región.

*Artículo tomado del diario HOY

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