La Cumbre de las Américas cuando el deshielo ha iniciado

El esfuerzo de esta pequeña isla por acoger a la Cumbre de las Américas ya tiene su recompensa: Trinidad se ha ganado un lugar en la historia diplomática como el punto en el que la relación entre los Estados Unidos y La Habana llegó a su punto máximo de acercamiento en medio siglo de guerra fría caribeña.

"Creo que estamos viendo el final del aislamiento cubano", era, por la tarde, la impresión de los primeros presidentes regionales que llegaban a la gran cita regional.

Para ellos, poner pie en esta tierra antillana fue la confirmación de la buena noticia que les habían dado en vuelo desde sus respectivos países. Y que no era otra que La Habana y Washington cruzaban mensajes inusualmente reconciliadores.

Hasta el venezolano Hugo Chávez, el más enfervorizado crítico del embargo de los Estados Unidos contra Cuba guardó un cauto silencio al pisar tierra antillana.

Apenas saludó el habitualmente dicharachero Chavez a los periodistas que esperaban en el hotel. Y cerró la puerta a la espera de confirmaciones; posiblemente persuadido, como los demás asistentes, de que se estaba ante un giro histórico de evolución, por entonces, desconocida, pero prometedora.

Nadie pesaba en algo inmediato. "Son cosas que llevan su tiempo", era la idea generalizada. Pero la impresión evidente fue que el fin del deshielo estaba cerca.

No sólo fue cosa de los mensajes cruzados entre Barack Obama y Raúl Castro; pidiendo cambios, uno. Y ofreciéndolos, el otro. Apenas vio luz, también el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, se mostró a favor de reincorporar a la isla en el organismo.

``Vamos paso a paso. Mi primera propuesta es que deroguemos la resolución del año 1962, que excluyó a Cuba. Y eso lo voy a pedir a la asamblea general de la OEA'', dijo el diplomático chileno.

El titular de la OEA no fue el único en lanzarse a la carrera por sumarse a la historia. Una vez más, varios países se ofrecieron -formal o informalmente- a servir de "puentes" entre La Habana y Washington. Y´., una vez más, eso sucedió sin que se los convocara.

Insulza propuso la OEA. El primer ministro de Jamaica, Bruce Golding, declaró que la Comunidad del Caribe estaba dispuesta a hacer otro tanto. Y, en su momento, Brasil dio señales de querer lo mismo.

También el primer ministro de Antigua Baldwin Spencer confirmó que estaba dispuesto a ayudar: ``Si se nos pide que hagamos eso estaríamos dispuestos a hacerlo, no me cabe duda'', expresó.

Los aires de deshielo llegan, soplan en coincidencia, paradójicamente, con el aniversario de uno de los peores fracasos de política exterior de Estados Unidos: la invasión de la cubana Bahía de Cochinos.

Fue en abril de 1961. Fidel Castro aplastó la invasión de exiliados cubanos apoyada por la CIA, con lo que se consolidó de hecho el régimen comunista que hoy perdura en medio de crecientes señales de hastío.

Hubo una ligera flexibilización durante el gobierno de Jimmy Carter, que permitió durante corto tiempo vuelos directos entre Miami y La Habana y la apertura de secciones de intereses que permiten algún contacto en vez de embajadas. Pero no duró mucho. Y las tensiones volvieron.

La cumbre da hoy a Obama la oportunidad de reparar la maltratada imagen de los Estados Unidos en América latina y evitar la virulenta crítica a las políticas de Washington que marcaron las reuniones hemisféricas en el pasado reciente.

Tras cinco décadas de guerra fría en el paisaje más caliente del hemisferio, el juego del deshielo parece haber comenzado.