Poco a poco en los últimos años se han ido reduciendo los espacios en los que se podía expresar una opinión diferente, ajena al discurso oficial, portadora de argumentos de otra naturaleza, criterios propios e investigación periodística responsable. El ejercicio de la libertad cada día tiene ante sí mayores obstáculos, dispone de menos espacios y comunicadores dispuestos a correr riesgos.
Cuando se pierde alguno de los espacios para denunciar atropellos, corruptelas, ilegalidades y abusos de poder, toda la sociedad ve disminuidas sus posibilidades ciertas de conducir con independencia y conscientemente sus destinos.
Se cierran las posibilidades de que el ciudadano pueda formarse un criterio bien ponderado de su realidad y su destino, comparando puntos de vista e informaciones de uno u otro lado.
Hoy el Gobierno correísta es el que, en toda la historia del Ecuador, tiene en sus manos más medios de comunicación, o los maneja a su antojo y sostiene por encima de cualquier imperativo empresarial razonable.
Es también el régimen que mayor cantidad de recursos emplea, no sólo en la divulgación de sus obras y acciones, sino también de su ideología.
La defensa de espacios de opinión diferente y valoraciones ajenas a la oficial va más allá de intereses económicos o políticos. Cada día nos alejamos de la posibilidad de ejercer una real libertad de expresión e información, y nos dirigimos a pasos agigantados al pantano del adoctrinamiento político, el pensamiento único y la apología adormecedora.
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