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Futuro

Futuro

lunes 11 de mayo de 2009, 20:16h

Según el FMI, la economía del Ecuador decrecerá en un 2% este año. Sin embargo, países  como  Japón   -con   sus   U.S.  $ 122,845  millones  de  reserva - o  Alemania  -con  sus    U.S. $ 82, 226 millones de fondos contingentes- no parecen tener problema alguno para paliar los efectos de la crisis económica mundial por una simple razón: sus gobernantes fueron responsables y ahorraron para los tiempos difíciles.  Ecuador, por el contrario, pese a haber tenido U.S. $ 35,000 millones de dólares en ingresos, -cifra jamás registrada en su historia y con la cual se hubiera podido reconstruir  la economía del país- posee actualmente una reserva de tan solo U.S. $ 3,000 millones de dólares, que -al tren de gastos mantenido por el régimen- difícilmente durarán mucho.


En consecuencia, es posible, que luego de dos años de gobierno una minoría haya percibido la absoluta mediocridad de quienes lo dirigen. Además, nadie puede negar ya que el gobierno de la “revolución ciudadana”   destruyó el sistema político del Ecuador. Solo basta leer la Constitución. Por cierto, resulta difícil recordar un período de la historia republicana que registre tal cantidad de violaciones al nuevo ordenamiento constitucional, precisamente, luego de haber entrado éste en vigencia. Esto confirme la absoluta incapacidad de Correa para instrumentar el proceso de reforma política que demandaba el país.
 
Tenemos un “Congreso”, una Corte “nacional” de justicia,  un sui generis órgano de control constitucional y un absurdo “quinto poder”,  pero es como si ninguno de ellos existiera  debido a los vicios insubsanables que estigmatizan  su nacimiento.  En cuanto concierne a la nueva Constitución es indiscutible su gran cantidad de errores, y absurdos  defectos, lo cual denota-sin lugar a dudas- que el Gobierno no supo cómo elaborarla; además, que el proceso constituyente del 2,008 colapsó debido a la ineptitud de quienes lo condujeron deformando su naturaleza esencial, que es la de ser un poder estrictamente normativo y no una potestad de gobierno. Esto constituye en sí mismo, un estrepitoso fracaso para el régimen, pero sobre todo, para el  pueblo del Ecuador.  Y a un costo realmente incalculable.

Frente a tal realidad, solo es posible consignar una visión lúgubre en cuanto concierne al futuro  de la sociedad ecuatoriana, pues lamentablemente  no existen indicadores de que la superficialidad con la que esta enfoca sus problemas jurídico-políticos, presente cambios radicales en el porvenir. Por supuesto que esta desalentadora visión tiene su origen en una particular percepción del subdesarrollo del Ecuador: más pernicioso que el atraso económico, es nuestro subdesarrollo cultural e intelectual;  pero sobre  todo, el de nuestros gobernantes, pues éste es en el fondo,  el origen de nuestra patética  realidad. Y por supuesto, de nuestra maltrecha economía.
 
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